会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:20

《一千零一夜》连载三

  Y Shahrazada dijo:
  HISTORIA DEL PESCADOR Y DEL EFRIT
  “He llegado a saber, ?oh rey afor-tunado! que había un pescador, hom-bre de edad avanzada, casado, con tres hijos y muy pobre.
  Tenía por costumbre echar las re-des sólo cuatro veces al día y nada más Un día entre los días, a las doce de la ma?ana, fue a orillas del mar, dejó en el suelo la cesta, echó la red, y estuvo esperando hasta que llegara al fondo. Entonces juntó las cuerdas y notó que la red pesaba mucho y no podía con ella. Llevó el cabo a tierra y lo ató a un poste. Después se desnudó y entró en el mar, maniobrando en torno de la red, y no paró hasta que la hubo sacado. Vistióse entonces muy ale-gre y acercándose a la red, encontró un borrico muerto. Al verlo, excla-mó desconsolado: “?Todo el poder y la fuerza están en Alah, el Altísi-mo y el Omnipotente!” Luego dijo: “En verdad que este donativo de Alah es asombroso.” Y recitó los si-guientes versos:
  ?Oh buzo, que -giras ciegamente en las tinieblas de la noche y de la per-dición! -?Abandona esos penosos tra-bajos; la fortuna no gusta del movi-miento!
  Sacó la red, exprimiéndola el agua, y cuando hubo acabado de expri-mirla, la tendió de nuevo. Después, internándose en el agua, exclamó: “?En el nombre de Alah!” Y arrojó la red de nuevo, aguardando que lle-gara al fondo. Quiso entonces sacar-la, pero notó que pesaba mas que antes y que estaba más adherida, por lo, cual la creyó repleta de una buena pesca; y arrojándose otra vez al agua, la sacó al fin con gran trabajo, lle-vándola a la orilla, y encontró una tinaja enorme, llena de arena y de barro. Al verla, se lamentó mucho y recitó estos versos:
  ?Cesad, vicisitudes de la suerte, y apiadaos de los hombres!
  ?Qué tristeza! ?Sobre la tierra nin-guna, recompensa es igual al mérito ni digna del esfuerzo realizado por alcan-zarla!
  ?Salgo de casa a veces para buscar candorosamente la fortuna; y me ente-ran de que la fortuna hace mucho tiempo que murió!
  ?Es así, ?oh fortuna! como dejas, a los sabios en la sombra, para que los necios gobiernen el mundo?
  Y luego, arrojando la tinaja lejos de él, pidió perdón a Alah por su momento de rebeldía y lanzó la red por vez tercera, y al sacarla la en-contró llena de trozos de cacharros y vidrios. Al ver esto, recitó todavía unos versos de un poeta:
  ?Oh poeta! ?Nunca soplará hacia ti el viento de la fortuna! ?Ignoras, hom-bre ingenuo, que ni tu pluma de ca?a ni las líneas armoniosas de la escritura han de enriquecerte jamas?
  Y alzando la frente al cielo; ex-clamó: “?Alah! ?Tú sabes que yo no echo la red mas que cuatro veces por día, y ya van tres!” Después invocó nuevamente el nombre de Alah y lanzó la red, aguardando que tocase el fondo. Esta vez, a pesar de todos sus esfuerzos, tampoco conse-guía sacarla, pues a cada tirón se en-ganchaba más en las rocas del fondo. Entonces dijo: “?No hay fuerza ni poder mas que en Alah!” Se desnu-dó, metiéndose en el agua y manio-brando alrededor de la red, hasta que la desprendió y la llevó a tierra. Al abrirla encontró un enorme ja-rrón de cobre dorado, lleno e intacto. La boca estaba cerrada con un plo-mo que ostentaba el sello de nuestro Se?or Soleimán, hijo de Daud. El pescador se puso muy alegre al verlo, y se dijo: “He aquí un objeto que venderé en el zoco de los caldereros, porque bien vale sus diez dinares de oro.” Intentó mover el jarrón, pero hallándolo muy pesado, se dijo para sí: “Tengo que abrirlo sin remedio; meteré en el saco lo que contenga y luego lo venderé en el zoco de los caldereros.” Sacó el cuchillo y em-pezó a maniobrar, hasta que levantó el plomo. Entonces sacudió el jarrón, queriendo inclinarlo para verter el contenido en el suelo. Pero nada sa-lió del vaso, aparte de una humare-da que subió hasta lo azul del cielo y se extendió por la superficie de la tierra. Y el pescador no volvía de su asombro. Una vez que hubo salido todo el humo, comenzó a condensar-se en torbellinos, y al fin se convirtió en un efrit cuya frente llegaba a las nubes, mientras sus pies se hundían en el polvo. La cabeza del efrit era como una cúpula; sus manos seme-jaban rastrillos; sus piernas eran mástiles; su boca, una caverna; sus dientes, piedras; su nariz, una alca-rraza; sus ojos, dos antorchas, y su cabellera aparecía revuelta y empol-vada. Al ver a este efrit, el pescador quedó mudo de espanto, temblán-dole las carnes, encajados los dientes, la boca seca, y los ojos se le cega-ron a la luz.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:21

《一千零一夜》连载三

  Cuando vio al pescador, el efrit dijo: “?No hay más Dios que Alah, y Soleimán es el profeta de Alah!” Y dirigiéndose hacia el pescador, prosiguió de este modo: “?Oh tú, gran Soleimán, profeta de Alah, no me mates; te obedeceré siempre, y nunca me rebelaré contra tus mandatos.” Entonces exclamó el pes-cador: “?Oh gigante audaz y rebel-de, tú te atreves a decir que Solei-mán es el profeta de Alah! Soleimán murió hace mil ochocientos a?os; y nosotros estamos al fin de los tiempos. Pero ?qué historia vienes a contarme? ?Cuál es el motivo de que estuvieras en este jarrón?”
  Entonces el efrit dijo: “No hay más Dios que Alah. Pero permite, ?oh pescador! que te anuncie una buena noticia.” Y el pescador repu-so: “?Qué noticia es esa?” Y con-testó el efrit: “Tu muerte. Vas a morir ahora mismo, y de la manera más terrible.” Y replicó el pesca-dor: “?Oh jefe de los efrits! ?mere-ces por esa noticia- que el cielo te retire su ayuda! ?Pueda él alejarte de nosotros! Pero ?por qué deseas mi muerte? ?qué hice para mere-cerla? Te he sacado de esa vasija, te he salvado de una larga perma-nencia en el mar, y te he traído a la tierra.” Entonces el efrit dijo: “Piensa y elige la especie de muerte que prefieras; morirás del modo que gustes.” Y el pescador dijo: “?Cuál es mi crimen para merecer tal cas-tigo?” Y respondió el efrit: “Oye mi historia, pescador.” Y el pesca-dor dijo: “Habla y abrevia tu relato, porque de impaciente que se halla mi alma se me está saliendo por el pie.” Y dijo el efrit:
  “Sabe que yo soy un efrit rebelde. Me rebelé contra Soleimán, hijo de Daud. Mi nombre es Sakhr El-Genni. Y Soleimán envió hacia mí a su visir Assef, hijo de Barkhia, que me cogió a pesar de mi resis-tencia, y me llevó a manos de Solei-mán. Y mi nariz en aquel momento se puso bien humilde. Al verme, Soleimán hizo su conjuro a Alah y me mandó que abrazase su religión y me sometiese a su obediencia. Pero yo me negué. Entonces mandó traer ese jarrón, me aprisionó en él y lo selló con plomo, imprimiendo el nombre del Altísimo. Después ordenó a los efrits fieles que me llevaran en hombros y me arrojasen en medio del mar. Permanecí cien a?os en el fondo del agua, y decía de todo corazón: “Enriqueceré eternamente al que logre libertarme.” Pero pasaron los cien a?os y nadie me libertó. Durante los otros cien a?os me decía: “Descubriré y daré los tesoros de la tierra a quien me, liberte.” Pero nadie me libró. Y pasaren. cuatrocientos a?os, y me dije: “Concederé tres cosas a quien me liberte.” Y nadie me libró tam-poco. Entonces, terriblemente enco-lerizado, dije con toda el alma: “Ahora mataré a quien me libre, pero le dejaré antes elegir, conce-diéndole la clase de muerte que prefiera.” Entonces tú, ?oh pesca-dor! viniste a librarme, y por eso te permito que escojas la clase de muerte.”
  El pescador, al oír estas palabras del efrit; dijo: “?Por Alah que la oportunidad es prodigiosa! ?Y había de ser yo quien te libertase! ?Indúl-tame, efrit, que Alah te recompen-sará! En cambio, si me matas, buscará quien te haga perecer.” Entonces el efrit le dijo: “?Pero si yo quiero matarte es precisamente porque me has libertado!” Y el pes-cador le contestó: “?Oh jeique de los efrits, así es como devuelves el mal por el bien! ?A fe que no miente el proverbio!” Y recitó estos versos:
  ?Quieres probar la amargura de las cosas? ?Sé bueno y servicial!
  ?Los malvadas desconocen la gra-titud!
  ?Pruébalo, si quieres, y tu suerte será la de la pobre Magir, madre de Amer!
  Pero el efrit le dijo: “Ya hemos hablado bastante. Sabe que sin remedio te he de matar.” Entonces pensó el pescador: “Yo no soy mas que un hombre y él un efrit; pero Alah me ha dado una razón bien despierta. Acudiré a una astucia para perderlo. Veré hasta dónde llega su malicia.” Y entonces dijo al efrit: “?Has decidido realmente mi muerte?” Y el efrit contestó: “No lo dudes.” Entonces dijo: “Por el nombre del Altísimo, que está grabado en el sello de Soleimán, te conjuro a que respondas con verdad a mi pregunta.” Cuando el efrit oyó el nombre del Altísimo, respondió muy conmovido: “Pregunta, que yo contestaré la verdad. Entonces dijo el pescador: “?Cómo has podido entrar por entero en este jarrón donde apenas cabe tu pie o tu mano?” El efrit dijo: “?Dudas acaso de ello?” El pescador respondió: “Efectivamente, no lo creeré jamás mientras no vea con mis propios ojos que te metes en él.”

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:22

《一千零一夜》连载三

  En este momento de su narra-ción, Schahrazada vio aparecer la ma?ana, y se calló discretamente.
  PERO CUANDO LLEGó LA CUARTA NOCHE
  Ella dijo:
  He llegado a saber, ?oh rey afor-tunado! que cuando el pescador dijo al efrit que no le creería como no lo viese con sus propios ojos, el efrit comenzó a agitarse; convirtiéndose nuevamente en humareda que subía hasta el firmamento. Después se condensó, y empezó a entrar en el jarrón poco a poco, hasta el fin. Entonces el pescador cogió rápida-mente la tapadera de plomo, con el sello de Soleimán, y obstruyó la boca del jarrón. Después, llamando al efrit, le dijo: “Elige y piensa la clase de muerte que más te con-venga; si no, te echaré al mar, y me haré una casa junto a la orilla, e impediré a todo el mundo que pes-que, diciendo: “Allí hay un efrit, y si lo libran quiere matar a los que le liberten.” Luego enumeró todas las variedades de muertes para facilitar la elección. Al oirle, el efrit intentó salir, pero no pudo, y vio que estaba, encarcelado y tenía encima el sello de Soleimán, convenciéndose entonces de que el pescador le había encerrado en un calabozo contra el cual no pueden prevalecer ni los más débiles ni los más fuertes de los efrits. Y com-prendiendo que el pescador le lleva-ría hacia el mar, suplicó: “?No me lleves! ?no me lleves!” Y el pesca-dor dijo: “No hay remedio.” Enton-ces, dulcificando su lenguaje, excla-mó el efrit: “?Ah pescador! ?Qué vas a hacer conmigo?” El otro dijo: “Echarte al mar, que si has estado en él mil ochocientos a?os, no sal-drás esta vez hasta el día del Juicio. ?No te rogué yo que me dejaras la vida para que Alah te la conservase a ti y no me mataras para que Alah no te matase? Obrando infamemente rechazaste mi plegaria. Por eso Alah te ha puesto en mis manos, y no me remuerde el haberte enga?ado.” Entonces dijo el efrit: “Abreme el jarrón y te colmaré de beneficias.” El pescador respondió: “Mientes, ?oh maldito! Entre tú y yo pasa exactamente lo, que ocurrió entre el visir del rey Yunán y el médico Ruyán.”
  Y el efrit dijo: “?Quiénes eran el visir del rey Yunán y el médico Ruyán?... ?Qué historia es esa?”
  HISTORIA DEL VISIR DEL REY YUNáN Y DEL MEDICO RUYáN
  El pescador dijo:
  “Sabrás, ?oh efrit! que en la anti-güedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo en la ciudad de Fars, en el país de los ruman, un rey llamado Yunán. Era rico y pode-roso, se?or de ejércitos, due?o de fuerzas considerables y de aliados de todas las especies de hombres. Pero su cuerpo padecía una lepra que desesperaba a los médicos y a los sabios. Ni drogas, ni píldoras, ni pomadas le hacían efecto algu-no, y ningún sabio pudo encontrar un eficaz remedio para la espantosa dolencia. Pero cierto día llegó a la capital del rey Yunán un médico anciano de renombre, llamado Ru-yan. Había estudiado los libros grie-gos, persas, romanos, árabes y sirios, así como la medicina y la astrono-mía, cuyos principios y reglas no ignoraba, así como sus buenos y malos efectos. Conocía las virtudes de las plantas grasas y secas y tam-bién sus buenos y, malos efectos. Por último, había profundizado la filosofía y todas las ciencias médicas y otras muchas además. Cuando este médico llegó a la ciudad y perma-neció en ella algunos días, supo la historia del rey y de la lepra que le martirizaba por la voluntad de Alah, enterándose del fracaso abso-luto de todos los médicos y sabios. Al tener de ello noticia, pasó muy preocupado la noche. Pero no bien despertó por la ma?ana (al brillar la luz del día y saludar el sol al mundo, magnífica decora-ción del Optimo) se puso su mejor traje y fue a ver al rey Yunán. Besó la tierra entre las manos del rey e hizo votos por la duración eterna de su. poderío y de las gracias de Alah y de todas las mejores cosas. Después le enteró de quien era, y le dijo: “He averiguado la enfer-medad que atormenta tu cuerpo y he sabido que un gran número de médicos, no ha podido encontrar el medio de curarla. Voy, ?oh rey! a aplicarte mi tratamiento, sin hacer-te beber medicinas ni untarte con pomadas.” Al oírlo, el rey. Yunán se asombró mucho, y le dijo: “?Por Alah! que si me curas te enrique-cerá hasta los hijos de tus hijos, te concederé todos tus deseos y serás mi compa?ero y amigo” En seguida le dio un hermoso traje y otros pre-sentes, y a?adió: “?Es cierto que me curarás de esta enfermedad sin medicamentos ni pomadas?” Y res-pondió el otro: “Sí, ciertamente. Te curaré sin fatiga ni pena para tu cuerpo.” El rey le dijo, cada vez más asombrado: “?Oh gran médico! ?Qué día. y que momento verán realizarse lo que acabas de prome-ter? Apresúrate a hacerlo, hijo mío.” Y el medico contestó:. “Escucho y obedezco.”

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:23

《一千零一夜》连载三

  Entonces salió del palacio y alqui-ló una casa, donde instaló sus libros, sus remedios y sus plantas aromáti-cas. Después hizo extractos de sus medicamentos y de sus simples, y con estos extractos construyó un mazo corto y encorvado, cuyo man-go horadó, y también hizo una pelota, todo esto lo mejor que pudo. Terminado completamente su traba-jo, al segundo día fue a palacio, entró en la cámara del rey y besó la tierra entre sus manos. Después le prescribió que fuera a caballo al meidán y jugara con la bola y el mazo.
  Acompa?aron al rey sus emires, sus chambelanes, sus visires y los jefes del reinó. Apenas había llega-do al meidán, se le acercó el médico y le entregó el mazo, diciéndole: “Empú?alo de este modo y da con toda tu fuerza en la pelota. Y haz de modo que llegues a sudar. De ese modo el remedio penetrará en la palma de la mano y circulará por todo tu cuerpo. Cuando transpires y el remedio haya tenido tiempo de obrar, regresa a tu palacio, ve en seguida a ba?arte al hamman, y quedarás curado. Ahora, la paz sea contigo.”
  El rey Yunán cogió el mazo que le alargaba el médico, empu?ándolo con fuerza. Intrépidos jinetes mon-taron a caballo y le echaron la pelo-ta. Entonces empezó a galopar de-trás de ella para alcanzarla y gol-pearla, siempre con el mazo bien cogido. Y no dejó de golpear hasta que transpiró bien por la palma de la mano y por todo el cuerpo, dando lugar a que la medicina obrase sobre el organismo. Cuando el mé-dico Ruyán vio que el remedio había circulado suficientemente, mandó al rey que volviera a palacio para ba?arse en el hammam. Y el rey marchó en seguida y dispuso que le prepararan el hammam. Se lo prepararon con gran prisa, y los esclavos apresuráronse también a disponerle la ropa. Entonces el rey entró en el hammam y tomó el ba?o, se vistió de nuevo y salió del hammam para montar a caballo, volver a palacio y echarse a dormir.
  Y hasta aquí lo referente al rey Yunán. En cuanto al médico Ruyán, éste regresó a su casa, se acostó, y al despertar por la ma?ana fue a palacio, pidió permiso al rey para entrar, lo que éste le concedió, entró, besó la tierra entre sus manos y empezó por declamar gravemente algunas estrofas:
  ?Si la elocuencia te eligiese como padre, reflorecería! ?Y no sabría elegir ya a otro más que a ti!
  ?Oh rostro radiante, cuya claridad borraría la llama de un tizón encen-dido!
  ?Ojalá ese glorioso semblante siga con la luz de su frescura y alcance a ver cómo las arrugas surcan la cara del Tiempo!
  ?Me has cubierto con los beneficias de tu generosidad, como la nube bienhechora cubre la colina!
  ?Tus altas haza?as te han hecho alcanzar las cimas de la gloria y eres el amado del Destino, que ya no puede negarte nada!
  Recitados los versos, el rey sé puso de pie; y cordialmente tendió sus brazos al médico. Luego, le sen-tó a su lado, y le regaló magníficos trajes de honor.
  Porque, efectivamente, al salir del hammam el rey se había mirado el cuerpo, sin encontrar rastro de lepra, y vio su piel tan pura como la plata virgen. Entonces se dilató con gran júbilo su pecho. Y al otro día, al levantarse el rey por la ma?ana, entró en el diván; se sentó en el trono y comparecieron los chambelanes y grandes del reino, así como él médico Ruyán. Por esto, al verle, el rey se levantó apre-suradamente y le hizo sentar a su lado. Sirvieron a ambos manjares y bebidas durante todo el día. Y al anochecer, el rey entregó al médico dos mil dinares, sin contar los trajes de honor y magníficos presentes, y le hizo montar su propio corcel. Y entonces el médico se despidió y regresó a su casa.
  El rey no dejaba de admirar el arte del médico ni de decir: “Me ha curado por el exterior de mi cuerpo sin untarme con pomadas. ?Oh Alah! ?Qué ciencia tan subli-me! Fuerza es colmar de beneficios a este hombre y tenerle para siem-pre como compa?ero y amigo afec-tuoso.” Y el rey Yunán se acostó, muy alegre de verse con el cuerpo sano y libre de su enfermedad.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:24

《一千零一夜》连载三

  Cuando al otro día se levantó el rey y se sentó en el trono, los jefes de la nación pusiéronse de pie, y los emires y visires se sentaron a su derecha y a su izquierda. Entonces mandó llamar al médico Ruyán, que acudió y besó la tierra entre sus manos. El rey se levantó en honor suyo, le hizo sentar a su lado, comió en su compa?ía, le deseó larga vida y le dio magníficas telas y otros presentes, sin dejar de conversar, con él hasta el anochecer, y mandó le entregaran a modo de remunera-ción cinco trajes de honor y mil dinares. Y así regresó el médico a su casa, haciendo votos por el rey.
  Al levantarse por la ma?ana, salió el rey y entró en el diván, donde le rodearon los emires, los visires y los chambelanes. Y entre los visires había uno de cara sinies-tra, repulsiva, terrible, sórdidamente avaro, envidioso y saturado de celos y de odio. Cuando este visir vio que el rey colocaba a su lado al médico Ruyán y le otorgaba tantos beneficios, le tuvo envidia y resol-vio secretamente perderlo. El pro-verbio lo dice: “El envidioso ataca a todo el mundo. En el corazón del envidioso está emboscada la perse-cución, y la desarrolla si dispone de fuerza o la conserva latente la debilidad,” El visir se acercó al rey Yunán, besó la tierra entre sus, ma-nos, y dijo: “?Oh rey del siglo y del tiempo, que envuelves a los hombres en tus beneficios! Tengo para ti un consejo de gran impor-tancia, que no podría ocultarte sin ser un mal hijo. Si me mandas que te lo revele, yo te lo revelaré.” Tur-bado entonces el rey por las pala-bras del visir, le dijo: “?Qué consejo es el tuyo? El otro respondió: “?Oh rey glorioso! los antiguos han dicho: “Quien no mire el fin y las consecuencias no tendrá a la Fortu-na por amiga”, y justamente acaba de ver al rey obrar con poco juicio otorgando sus bondades a su enemi-go, al que desea el aniquilamiento de su reino, colmándole de favores, abrumándole con generosidades. Y yo, por esta causa, siento grandes temores por el rey.” Al oir esto, el rey se turbó extremadamente, cam-bió de color; y dijo: “?Quién es el que supones enemigo mío y colma-do por mí de favores?” Y el visir respondió: “?Oh rey! Si estás dor-mido, despierta, porque aludo al médico Ruyán.” El rey dijo: “Ese es buen amigo mío, y para mí el más querido de los hombres, pues me ha curado con una cosa que yo he tenido en la mano y me ha librado de mi enfermedad, que había desesperado a los médicos. Cierta-mente que no hay otro como él en este siglo, en el mundo entero, lo mismo en Occidente que en Orien-te. ?Cómo, te atreves a hablarme así de él? Desde ahora le voy a se?alar un sueldo de mil dinares al mes. Y aunque le diera la mitad de mi reino, poco seria para lo que merece. Creo que me dices todo eso por envidia, como se cuenta en la historia, que he sabido; del rey Sindabad.”
  En aquel momento la aurora sor-prendió a Schahrazada, que inte-rrumpió su narración.
  Entonces Doniazada le dijo: “?Ah, hermana mía! ?Cuán dulces, cuán puras, cuán deliciosas son tus pala-bras!” Y Schahrazada dijo: “?Qué es eso comparado con lo que os contaré la noche próxima, si vivo todavía y el rey tiene a bien con-servarme?” Entonces el rey dijo para sí: “?Por Alah! No la mataré sin haber oído la continuación de su historia, que es verdaderamente ma-ravillosa.” Y el rey fue al diván, y juzgó, otorgó empleos, destituyó y despachó los asuntos pendientes has-ta acabarse el día. Después se le-vantó el diván y el rey entró en su palacio.
  Y CUANDO LLEGó LA QUINTA NOCHE
  Ella dijo:
  He llegado a saber, ?oh rey afor-tunado! que el rey Yunán dijo a su visir: “Visir, has dejado entrar en ti la envidia contra el médico, y quieres que yo lo mate para que luego me arrepienta, como se arre-pintió el rey Sindabad después de haber matado al halcón.” El visir preguntó: “?Y cómo ocurrió eso?” Entonces el rey Yunán contó:
  EL HALCóN DEL REY SINDABAD
  “Dicen que entre los reyes de Fars hubo uno muy, aficionado a diversiones, a paseos por los jardi-nes y a toda especie de cacerías. Tenía un halcón adiestrado por él mismo, y no lo dejaba de día ni de noche pues hasta por la noche lo tenía sujeto al pu?o. Cuando iba de caza lo llevaba consigo, y le había colgado del cuello un vasito de oro, en el cual le daba de beber. Un día estaba el rey sentada en su palacio, y vio de pronto venir al wekil que estaba encargado de las aves de caza, y le dijo: “?Oh rey de los siglos! Llegó la época de ir de caza.” Entonces el rey hizo sus preparativos y se puso el halcón en el pu?o. Salieron después y llegaron a un valle, donde armaron las redes de caza. Y de pronto cayó una gacela en las redes. Entonces dijo el rey: “Mataré a aquel por cuyo lado pase la gacela.” Empeza-ron a estrechar la red en torno de la gacela, que se aproximó al rey y se enderezó sobre las patas como si quisiera besar la tierra delante del rey. Entonces el rey comenzó a dar palmadas para hacer huir a la gacela, pero ésta brincó y pasó por encima de su cabeza y se inter-nó tierra adentro. El rey se volvió entonces hacia los guardas, y vio que gui?aban los ojos maliciosa-mente, Al presenciar tal cosa, le dijo al visir: “?Por qué se hacen esas se?as mis soldados?” Y el visir contestó: “Dicen que has jurado matar a aquel por cuya proximidad pasase la gacela.” Y el rey exclamó: “?Por mi vida! ?Hay que perseguir y alcanzar a esa gacela!” Y se puso a galopar, siguiendo el rastro, y pudo alcanzarla. El halcón le dio con el pico en los ojos de tal mane-ra, que la cegó y la hizo sentir vértigos. Entonces el rey, empu?ó su maza, golpeando con ella a la gacela hasta hacerla caer desplo-mada. En seguida descabalgó, dego-llándola y desollándola, y colgó del arzón, de la silla los despojos. Hacía bastante calor, y aquel lugar era desierto, árido, y carecía de agua. El rey tenía sed y también el caba-llo. Y el rey se volvió y vio un árbol del cual brotaba agua como manteca. El rey llevaba la mano cubierta con un guante de piel; cogió el vasito del cuello del halcón, lo llenó de aquella agua, y lo colocó delante del ave, pero ésta dio con la pata al vaso y lo volcó. El rey cogió el vaso por segunda vez, lo llenó, y como seguía creyendo que el halcón tenía sed, se lo puso delante, pero el halcón le dio con la pata por segunda vez y lo volcó. Y el rey se encolerizó, contra el hal-cón, y cogió por tercera vez el vaso, pero se la presentó al caballo, y el halcón derribó el vaso con el ala. Entonces dijo el rey: ?Alah te sepul-te, oh la más nefasta de las aves de mal agüero! No me has dejado beber, ni has bebido tú, ni has dejado que beba el caballo.” Y dio con su espada al halcón y le cortó las alas. Entonces el halcón, irguien-do la cabeza; le dijo por se?as. “Mira lo que hay en el árbol.” Y el rey levantó los ojos y vio en el árbol una serpiente, y el líquido que corría era su veneno. Entonces el rey se arrepintió de haberle cortado las alas al halcón. Después se le-vantó, montó a caballo, se fue, lle-vándose la gacela, y llegó a su pala-cio. Le dio la gacela al cocinero, y le dijo: “Tómala y guísala.” Luego se sentó en su trono, sin soltar al halcón. Pero el halcón, tras una es-pecie de estertor, murió. El rey al ver esto, prorrumpió en gritos de dolor y de amargura por haber ma-tado al halcón que le había salvado de la muerte.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:25

《一千零一夜》连载三

  ?Tal es la historia del rey Sinda-bad!”
  Cuando el visir hubo oído el rela-to del rey Yunán, le dijo; “?Oh gran rey lleno de dignidad! ?que da?o he hecho yo cuyos funestos efectos hayas tú podido ver?. Obro así por compasión hacia tu persona. Y ya verás como digo la verdad. Si me haces caso podrás salvarte, y si no, perecerás como pereció Un visir astuto que enga?ó al hijo de un rey entre los reyes.
  HISTORIA DEL PRíNCIPE Y LA VAMPIRO
  El rey de que se trata tenía un hijo aficionadísimo a la caza con galgos, y tenía también un visir. El rey mandó al visir que acompa-?ara a su hijo allá donde fuese. Un día entre los días, el hijo salió a cazar con galgas, y con él salió el visir. Y ambos vieron un animal monstruoso. Y el visir dijo al hijo del rey: “?Anda contra esa fiera! ?Persíguela!” Y el príncipe se puso a perseguir a la fiera, hasta que todos le perdieron de vista. Y de pronto la fiera desapareció en el desierto. Y el príncipe permanecía perplejo, sin saber hacia dónde ir, cuando vio en lo más alto del cami-no una joven esclava que estaba llorando. El príncipe le preguntó: “?Quién eres?” Y ella respondió: “Soy la hija de un rey de reyes de la India. Iba con la caravana por el desierto, sentí ganas de dormir, y me caí de la cabalgadura sin darme cuenta. Entonces me encontré sola y abandonada.” A estas palabras, sintió lástima el príncipe y empren-dió la marcha con la joven, lleván-dola a la grupa de su mismo caballo. Al pasar frente a un bosquecillo, la esclava le dijo. “?Oh se?or, desea-ría evacuar una necesidad!” Enton-ces el príncipe la desmontó junto al bosquecillo, y viendo que tardaba mucho, marchó detrás de ella sin que la esclava pudiera enterarse. La esclava era una vampiro, y estaba diciendo a sus hijos: “?Hijos míos, os traigo un joven muy robusto!” Y ellos dijeron: “?Tráenoslo, madre, para que lo devoremos!” Cuando lo oyó el príncipe, ya no pudo dudar de su próxima muerte, y las car-nes le temblaban de terror mientras volvía al camino. Cuando salió la vampiro de su cubil, al ver al prín-cipe temblar como un cobarde, le preguntó: “?Por qué tienes miedo?” Y el dijo: “Hay un enemigo que me inspira temor:” Y prosiguió la vampiro: “Me has dicho que eres un príncipe..” Y respondió él: “Así es la verdad.” Y ella le dijo: “Entonces, ?por qué no das algún dinero a tu enemigo para satisfa-cerle?” El príncipe replicó: “No se satisface con dinero. Sólo se conten-ta con el alma. Por eso tengo miedo, como víctima, de una injusticia.” Y la vampira le dijo: “Si te persiguen, como afirmas, pide contra tu ene-migo la ayuda: de Alah, y él te librará de sus maleficios y de los maleficios de aquellos de quienes tienes miedo.” Entonces el príncipe levantó la cabeza al cielo y dijo: “?Oh tú, que atiendes al oprimido que te implora, hazme triunfar de mi enemigo, y aléjale de mí, pues tienes poder para cuanto deseas!” Cuando la vampiro oyó estas pala-bras, desapareció. Y el príncipe pudo regresar al lado de su padre, y le dio cuenta del mal consejo del visir. Y el rey mandó matar al visir.”
  En seguida el visir del rey Yunán prosiguió de este modo:
  “?Y tú, oh rey, si te fías de ese médico, cuenta que te matará con la peor de las muertes! Aunque le hayas colmado de favores y le hayas hecho tu amigo, está preparando tu muerte. ?Sabes por qué te curó de tu enfermedad por el exterior de tu cuerpo, mediante una cosa que tuviste en la mano? ?No crees que es sencillamente para causar tu pér-dida con una segunda cosa que te mandará también coger?” Entonces el rey Yunán, dijo: “Dices la ver-dad. Hágase según tu opinión, ?oh visir bien aconsejado! Porque es muy probable que ese médico haya venido ocultamente como un espía para ser mi perdición. Si me ha curado con una cosa que he tenido en la mano, muy bien podría per-derme con otra que, por ejemplo, me diera a oler.” Y luego el rey Yunán dijo a su visir: “?Oh visir! ?que debemos hacer con él?” Y el visir respondió: “Haya que mandar inmediatamente que le traigan, y cuando se presente aquí degollarlo, y así te librarás de sus maleficios, y quedarás desahogado y tranquilo. Hazle traición antes que él te la haga a ti.”. Y el rey Yunán dijo: “Verdad dices, ?oh visir!” Después el rey mandó llamar al médico, que se presentó alegre, ignorando lo que había resuelto el Clemente. El poeta lo dice en sus versos:

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:26

《一千零一夜》连载三

  ?Oh tú, que temes los embates del Destino, tranquilízate! ?No sabes que todo está en las manos de aquel que ha formado la tierra?
  ?Porque lo que está escrito, escrito está y no se borra nunca! ?Y lo que no está escrito no hay por qué temerlo!
  ?Y tú, Se?or! ?Podré dejar pasar un día sin cantar tus- alabanzas? ?Para quién reservaría, si no, el don maravilloso de mi estilo rimado y mi lengua de poeta?,
  ?Cada nuevo don que recibo de tus manos ?oh Se?or! es más her-moso que el precedente, y se anticipa a mis deseos!
  Por eso, ?cómo no cantar tu glo-ria, toda tu gloria, y alabarte en mi alma y en público?
  ?Pero he de confesar que nunca tendrán mis labios elocuencia bastan-te ni mi pecho fuerza suficiente para cantar y para llevar los beneficios de que me has colmado!
  ?Oh tú que dudas, confía tus asuntos a las manos de Alah, el único Sabio! ?Y así que lo hagas, tu cora-zón nada tendrá que temer por parte de los hombres!
  ?Sabe también que nada se hace por tu voluntad, sino por la voluntad del Sabio de los Sabios!
  ?No desesperes, pues, nunca, y olvi-da todas las tristezas y todas las zozo-bras! ?No sabes que las zozobras des-truyen el corazón más firme y más fuerte?
  ?Abandonáselo todo! ?Nuestros pro-yectos no son mas que proyectos de esclavos impotentes ante el único Or-denador! ?Déjate llevar! ?Así disfru-taras de una paz duradera!
  Cuando se presento el médico Ruyán; el rey le dijo- “?Sabes por qué te he hecho venir a mi presen-cia?” Y el médico contestó: Nadie sabe lo desconocido, más que Alah el Altísimo.” Y el rey le dijo: “Te he mandado llamar pata matarte y arrancarte el alma.” Y el médico Ruyán, al oír estas palabras, se sin-lió asombrado, con el más prodi-gioso asombro, y dijo: “?Oh rey! ?por qué me has de matar? ?que falta he cometido?” Y el rey con-testó: “Dicen que eres un espía y que viniste para matarme. Por eso te voy a matar, antes de que me mates.” Después el rey llamó al porta-alfanje y le dijo: “?Corta la cabeza a ese traidor y líbranos de sus maleficios!” Y el médico le dijo: “Consérvame la vida, y Alah te la conservará. No me mates, si no Alah te matará también.”
  Después retiró la súplica, como yo lo hice dirigiéndome a ti, ?oh efrit! sin que me hicieras caso, pues, por el contrario, persististe en de-sear mi muerte.
  Y en seguida el rey Yunán dijo al médico: “No podré vivir confia-do ni estar tranquilo como no te mate. Porque si me has curado con una cosa que tuve en la mano, creo que me matarás con otra cosa que me des a oler o de cualquier otro modo.” Y dijo el médico: “?Oh rey! ?esta es tu recompensa? ?así devuel-ves mal por bien?” Pero el rey insistió: “No hay más remedio que darte la muerte sin demora.” Y cuando el médico se convenció de que el rey quería matarle sin remedio, lloró y se afligió al recor-dar los favores que había hecho a quienes no los merecían. Ya lo dice el poeta:
  ?La joven y loca Maimuna es ver-daderamente bien pobre de espíritu! ?Pero su padre, en cambio, es un hombre de gran corazón y considera-do entre los mejores!
  ?Miradle, pues! ?Nunca anda sin su farol en la mano, y así evita el lodo de los caminos, el polvo de las carreteras y los resbalones peligro!
  En seguida se adelantó el porta--alfanje, vendó los ojos al médico y, sacando la espada, dijo al rey: “Con tu venia.” Pero el médico seguía llorando y suplicando al rey: “Consérvame la vida, y Alah te la conservará. No me mates, o Aláh te matará a ti.” Y recitó estos ver-sos de un poeta:
  ?Mis consejos no tuvieron ningún éxito, mientras que los consejos de los ignorantes conseguían su propósito! ?No recogí mas que desprecios!
  ?Por esto, si logro vivir, me guar-daré mucho de aconsejar! ?Y si muero, mi ejemplo servirá a los demás para que enmudezca su lengua.!
  Y dijo después al rey: “?Esta es tu recompensa? He aquí que me tratas como hizo un cocodrilo.” Entonces preguntó el rey: “?Qué historia es esa de un cocodrilo?”. Y el médico dijo: “?Oh se?or! No es posible contarla en este estado. ?Por Alah sobre ti! Consérvame la vida, y Alah te la conservará.” Y después comenzó a derramar copio-sas lágrimas. Entonces algunos de los favoritos del rey se levantaran y dijeron: “?Oh rey! Concédenos la sangre de este médico, pues nunca le hemos visto obrar en contra tuya; al contrario, le vimos librarte de aquella enfermedad que había resis-tido a los médicos y a los sabios.” El rey les contestó. “Ignoráis la causa de que mate a este médico; si lo dejo con vida, mi perdición es segura, porque si me curó de la enfermedad con una cosa que tuve en la mano, muy bien podría ma-tarme dándome a oler cualquier otra. Tengo mucho miedo de que me asesine para cobrar el precio de mi muerte, pues debe ser un espía que ha venido a matarme. Su muerte es necesaria; sólo así podré perder mis temores.” Enton-ces el médico imploró otra vez: “Consérvame la vida, para que Alah te conserve; y no me mates, para que no te mate Alah.”

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:27

《一千零一夜》连载三

  Pero ?oh efrit! cuando el médico se convenció de que el rey le quería matar sin remedio, dijo: “?Oh rey! Si mi muerte es realmente necesaria, déjame ir a mi casa para despachar mis asuntos, encargar a mis parien-tes y vecinos que cuiden de ente-rrarme, y sobre todo para regalar mis libros de medicina. A fe que tengo un libro que es verdadera-mente el extracto de los extractos y la rareza de las rarezas, que quiero legarte como un obsequio para que lo conserves cuidadosa-mente en tu armario.” Entonces él rey preguntó al médico: “?Qué li-bro es ése?” Y contestó el médico: “Contiene cosas inestimables; el me-nor de los secretos que revela es el siguiente: Cuándo me corten la cabeza, abre el libro, cuenta tres hojas y vuélvelas; lee en seguida tres renglones de la página de la izquierda, y entonces la cabeza cor-tada te hablará y contestará a todas las preguntas que le dirijas.” Al oír estas palabras, el rey se asombró hasta el límite del asombro, y estre-meciéndose de alegría y de emoción, dijo: “?Oh médico! ?Hasta cortandote la cabeza hablarás?” Y el médi-co respondió: “Sí, en verdad, ?oh rey! Es, efectivamente, una cosa prodigiosa.” Entonces el rey le per-mitió que saliera, aunque escoltado por guardianes, y el médico llegó a su casa, y despachó sus asuntos aquel día, y al siguiente día tam-bién. Y el rey subió al diván, y acudieron los emires, los visires, los chambelanes, los nawabs y todos los jefes del reino, y el diván pa-recía un jardín lleno de flores. Entonces entró el médico en el diván y se colocó de pie ante el rey, con un libro muy viejo y una cajita de colirio llena de unos polvos. Después se sentó y dijo: “Que me traigan una bandeja.” Le llevaran una bandeja, y vertió los polvos, y los exten-dió por la superficie. Y dijo en-tonces: “?Oh rey! coge ese libro, pero no lo abras antes de cortarme la cabeza. Cuando la hayas cortado colócala en la bandeja y manda que la aprieten bien contra los pol-vos para resta?ar la sangre. Des-pués abrirás el libro.” Pero el rey, lleno de impaciencia, no le escu-chaba ya; cogió el libro y lo abrió, encontrando las hojas pegadas unas a otras. Entonces, metiendo su dedo en la boca, lo mojó con su saliva y logró despegar la primera hoja. Lo mismo tuvo que hacer con la segun-da y la tercera hoja, y cada vez se abrían las hojas con más dificultad. De este modo abrió el rey seis hojas, y trató de leerías, pero no pudo encontrar ninguna clase de escritura. Y el rey diio: “?Oh médi-co, no hay nada escrito!” Y el médico respondió: “Sigue volviendo más hojas del mismo modo.” Y el rey siguió volviendo más hojas. Pero apenas habían pasado algunos instantes, circuló el veneno por el organismo del rey en el momento y en la hora misma, pues el libro estaba envenenado. Y entonces sufrió el rey horribles convulsiones, y exclamó` “?El veneno circula!” Y después el médico Ruyán comenzó a improvisar versos, diciendo:
  ?Esos jueces! ?Han juzgado, pero excediéndose en sus derechos y contra toda justicia! ?Y sin embargo, ?oh Se?or! ?La justicia existe!
  ?A su vez fueron juzgados! ?Si hubie-ran sido íntegros y buenas, se les ha-bría perdonado! ?Pero oprimieron, y la suerte les ha oprimido y les ha abru-mado con las peores tribulaciones!
  ?Ahora son motivo de burla y de piedad para el transeúnte! ?Esa es la ley! ?Esto a cambio de aquello! ?Y el Destino se ha cumplido con toda lógica!
  Cuándo Ruyán el médico acababa su recitado, cayó muerto el rey. Sabe ahora, ?oh efrit! que si el rey Yunán hubiera conservado al médi-co Ruyán, Alah a su vez le habría conservado. Pero al negarse; decidió su propia muerte.
  Y si tú; ?oh efrit! hubieses que-rido conservarme, Alah te habría conservado.
  En este momento de su narra-ción, Scháhrazada vio aparecer la ma?ana; y se calló discretamente. Y su hermana Doniazada le dijo: “?Qué deliciosas son tus palabras!” Y Schabrazada contestó: “Nada es eso comparado con lo que os con-taré la noche próxima, si vivo toda-vía y el rey tiene a bien conservar-me.” Y pasaron aquella noche en la dicha completa y en la felicidad hasta por la ma?ana. Después el rey se dirigió al diván. Y cuando termino el diván, volvió a su palacio y se reunió con los suyos.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:28

《一千零一夜》连载三

  Y CUANDO LLEGó LA SEXTA NOCHE
  Schahrazada dijo:
  He llegado a saber, ?oh rey afor-tunado! que cuando el pescador dijo al efrit: “Si me hubieras con-servado, yo te habría conservado, pero no has querido más que mi muerte, y te haré morir prisionero en este jarrón y te arrojaré a ese mar”, entonces el efrit clamó y dijo:-“?Por Alah sobre ti! ?oh pescador, no lo hagas! Y consérvame gene-rosamente, sin reconvenirme por mi acción, pues si yo fui criminal; tú debes ser benéfico, y los proverbios conocidos dicen: “?Oh tú que haces bien a quien mal hizo, perdona sin restricciones el crimen del malhe-chor!” Y tú, ?oh pescador! no hagas conmigo lo que hizo Umama con Atica.” El pescador dijo: “?Y que caso fue ese?” Y respondió el efrit: “No es ocasión para contarlo estan-do encarcelado. Cuando tú me dejes salir, yo te contaré ese caso.” Pero el pescador dijo. “?Oh, eso nunca! Es absolutamente necesario que yo te eche al mar, sin que tengas medio de salir. Cuando yo supliqué y te imploraba, tú deseabas mi muerte, sin que hubiera cometido ninguna falta contra ti, ni bajeza alguna, sino únicamente favorecerte, sacándote de ese calabozo. He com-prendido, por tu conducta conmigo, que eres de mala raza. Pero has de saber, que voy a echarte al mar, y enteraré de lo ocurrido a todos los que intenten sacarte, y así te arrojarán de nuevo, y entonces per-manecerás en ese mar hasta el fin de los tiempos para disfrutar todos los suplicios.”' El efrit le contestó: “Suéltame, que ha llegado el mo-mento de contarte la historia. Ade-más te prometo no hacerte jamás ningún da?o, y te seré muy útil en un asunto que te enriquecerá para siempre.” Entonces el pescador se fijó bien en esta promesa de que, si libertaba al efrit, no sólo no le haría jamás ningún da?o, sino que le favorecería en un buen negocio. Y cuando se aseguró firmemente de su fe y de su promesa, y le tomó juramento por el nombre de Alah Todopoderoso, el pescador abrió el jarrón. Entonces el humo empezó a subir, hasta que salió completa-mente, y se convirtió en un efrit, cuyo rostro era espantosamente horrible. El efrit dio un puntapié al jarrón y lo tiró al mar. Cuando el pescador vio que el jarrón iba cami-no del mar, dio por segura su pro-pia perdición, y dijo: “Verdadera-mente, no es esto una buena se?al.” Después intentó tranquilizarse y dijo: “?Oh efrit! Alah Todopoderoso ha dicho: “Hay que cumplir los jura-mentos, porque se os exigirá cuenta de ellos. Y tú prometiste y juraste que no me harías traición. Y si me la hicieses, Alah te castigará, porque es celoso, es paciente y no olvida. Y yo te digo lo que el médico Ruyán al rey Yunán: Consérvame, y Alah te con-servará.” Al oír estas palabras, el efrit rompió a reír, y echando a andar delante de él, dijo: “?Oh pescador, sígueme!” Y el pescador echó a andar detrás de él, aunque sin mucha confianza en su salva-ción. Y así salieron completamente de la ciudad, y se perdieron de vista, y subieron a una monta?a, y ba-jaron a una vasta llanura, en medio de la cual había un lago. Entonces el efrit se detuvo, y mandó al pes-cador que echara la red y pescase. Y el pescador miró a través del agua, y vio peces blancos y peces rojos, azules y amarillos. Al verlos se maravilló el pescador; después echó su red, y cuando la hubo sacado encontró en ella cuatro peces, cada uno de color distinto. Y se alegró mucho, y el efrit le dijo: “Ve con esos peces al palacio del sultán, ofréceselos y te dará con que enriquecerte. Y, mientras tanto, ?por Alah! discúlpame mis rudezas, pues olvidé los buenos modales con mi larga estancia en el fondo del mar, adonde me he pasado mil ochocientos a?os sin ver el mundo ni la superficie de la tierra. En cuanto a ti, vendrás todos los días a pes-car a este sitio, pero nada más que una vez. Y ahora, que Alalh te guarde con su protección.” Y el efrit golpeó con sus dos pies en tierra, y la tierra se abrió y le trago.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:29

《一千零一夜》连载三

  Entonces el pescador volvió a la ciudad, muy maravillado de lo que le había ocurrido con el efrit. Des-pués cogió los peces y los llevó a su casa, y en seguida, cogiendo una olla de barro, la llenó de agua y colocó en ella los peces, que comenzaron a nadar en el agua contenida en la olla. Después se puso esta olla en la cabeza y se encaminó al pala-cio del rey, según el efrit le había encargado. Guando el pescador se presentó al rey y le ofreció los peces, el rey se asombró hasta el límite del asombro al ver aquellos peces que le ofrecía el pescador, porque nunca los había visto en su vida, ni de aquella especie ni de aquella calidad, y dispuso: “Que entreguen esos peces a nuestra cocinera negra.” Porque esta esclava se la había regalado, hacía tres días solamente, el rey de los Rum, y aún no había tenido ocasión de lucirse en su arte de la cocina. Así es que el visir le mandó que friera los peces, y le dijo: “?Oh buena negra! Me encarga el rey que te oiga: Si te guardo como un tesoro, ?oh gota de mis ojos! es porque te reservo para el día del ataque. De modo que demuéstranos hoy tu arte de cocinera y lo bueno de tus platas.” Dicho esto, volvió el visir después de hacer sus encargos, y el rey le ordenó que diera al pes-cador cuatrocientos dinares. Habién-doselos dado el visir, los guardó, el pescador en una halada de su túnica, y volvió a su casa, cerca de su esposa, lleno de alegría y de expan-sión. Después compró a sus hijos todo lo que podían necesitar. Y hasta aquí es lo que le ocurrió al pescador.
  En cuanto a la negra, cogió los peces, los limpió y los puso en la sartén. Después dejó que se frieran bien por un lado y los volvió en seguida del otro. Pero entonces, súbitamente, se abrió la pared de la cocina, y por allí se filtró en la cocina una joven de esbelto talle, mejillas redondas y tersas, párpados pintadas con kohl negro, rostro gentil. y cuerpo graciosamente incli-nado. Llevaba en la cabeza un velo, de seda azul, pendientes en las ore-jas, brazaletes en las mu?ecas, y en los dedos sortijas con piedras preciosas. Tenía en la mano una varita de bambú. Se acercó, y metiendo la varita en la sartén, dijo: “?Oh peces! ?seguís sostenien-do vuestra promesa?” Al ver aque-llo, la esclava se desmayó, y la joven repitió su pregunta por segun-da y tercera vez. Entonces todos los peces levantaron la cabeza desde el fondo de la sartén, y dijeron: “?Oh, sí!... ?Oh, sí!...” Y ento-naron a coro la siguiente estrofa:
  ?Si tú vuelves sobre tus pasos, nos-otros te imitaremos! ?Si tú cumples tu promesa, nosotros cumpliremos la nuestra! ?Pero si quisieras escaparte, no hemos de cejar hasta que te decla-res vencida!
  Al oír estas palabras, la joven derribó la sartén y salió por el mismo sitio por donde había entra-do, y el muro de la cocina se cerró de nuevo.
  Cuando la esclava volvió de su desmayo, vio que se habían que-mado los cuatro peces y estaban negras como el carbón. Y comenzó a decir: “?Pobres pescados! ?pobres pescados!”, Y mientras seguía lamen-tándose, he aquí que se presentó el visir, asomándose por detrás de su cabeza, y le dijo: “Llévale los pescados al sultán.” Y la esclava se echó a llorar, y le contó al visir la historia de lo que había ocu-rrido, y el visir se quedó muy maravillado, y dijo: “Eso es verda-deramente una historia muy rara.” Y mandó buscar al pescador, y en cuanto se presentó el pescador, le, dijo: “Es absolutamente indis-pensable que vuelvas con cuatro peces como los que trajiste la pri-mera vez.” Y el pescador se dirigió hacia el lago, echó su red y la sacó conteniendo cuatro peces, que cogió y llevó al visir. Y el visir fue a entregárselos a la negra, y le dijo: “?Levántate! ?Vas a freírlos en mi presencia, para que yo vea que asunto es este!” Y la negra se levan-tó, preparó los peces, y los puso al fuego en la sartén. Y apenas habían pasado unos minutos, hete aquí que se hendió la pared, y apareció la joven, vestida siempre con las mis-mas vestiduras y llevando siempre la varita en la mano. Metió la varita en la sartén, y dijo: “?Oh peces! ?oh peces! ?seguís cumplien-do vuestra antigua promesa?” Y los peces levantaron la cabeza, y can-taron a coro esta estancia:
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