会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:20

《一千零一夜》连载四

  HISTORIA DEL MANDADERO Y DE LAS TRES DONCELLAS
  “Había en la ciudad de Bagdad un hombre que era soltero y además mozo de cordel.
  Un día entre los días, mientras estaba en el zoco, indolentemente apoyado en su espuerta, se paró delante de él una mujer con un ancho manto de tela, de Mussul, en seda sembrada de lentejuelas de oro y forro de brocado. Levantó un poco el velillo de la cara y apa-recieron por debajo dos ojos negros, con largas pesta?as, y ?qué párpa-dos! Era esbelta, sus manos Y sus pies muy peque?os, y reunía, en fin, un conjunto de perfectas cualidades. Y dijo con su voz llena de dulzura: “?Oh mandadero! coge la espuerta y sígueme.” Y el man-dadero, sorprendidísimo, no supo si había oído bien, pero cogió la espuerta y siguió a la joven, hasta que se detuvo a la puerta de una casa. Llamó y salió un nusraní, que por un dinar le dio una medida de aceitunas, y ella las puso en la espuerta, diciendo al mozo: “Lleva eso y sígueme.” Y el mandadero exclamó: “?Por Alah! ?Bendito día!” Y cogió otra vez la espuerta y siguió a la joven. Y he aquí que se paró ésta en la frutería y com-pro manzanas de Siria; membrillos osmaní, melocotones de Omán; jaz-munes de Alepo, nenúfares de Da-masco, cohombros del Nilo, limo-nes de Egipto, cidras sultaní, bayas de mirto, flores de henné, ané-monas rojas de color de sangre, violetas, flores de granado y narci-sos. Y lo metió todo en la espuerta del mandadero, y le dijo: “Llévalo.” Y él lo llevó, y la siguió hasta que llegaron a la carnicería, donde dijo la joven. “Corta diez artal de car-ne”. Y el carnicero cortó los diez artal, y ella los envolvió en hojas de banano, los metió en la espuerta, y dijo: “Llévalo, ?oh mandade-ro!” Y él lo llevó así, y la siguió hasta encontrar un vendedor de almendras, al cual compró la joven toda clase de almendras, diciendo al mozo. “Llévalo y sígueme.” Y cargó otra vez con la espuerta y la siguió hasta llegar a la tienda de un confitero, y allí compró ella una bandeja y la cubrió de cuanto había en la confitería: enrejados de azúcar con manteca, pastas aterciopeladas perfumadas con almizcle y delicio-samente rellenas, bizcochos llama-dos sabun, pastelillos, tortas de limón, confituras sabrosas, dulces llamado muchabac, bocadillos hue-cos llamados lucmet-el-kadí, otros cuyo nombre es assabihzeinab, he-chos con manteca, miel y leche. Después colocó todas aquellas golo-sinas en la bandeja, y la bandeja encima de la espuerta. Entonces el mandadero dijo: “Si me hubieras avisado habría alquilado una mula para cargar tanta cosa.” Y la joven sonrió al oírlo. Después se detuvo en casa de un destilador y compró diez clases de aguas: de rosas de azahar y otras muchas; y varias bebidas embriagadoras, como asi-mismo un hisopo para aspersiones de agua de rosas almizclada, gra-nos de incienso macho, palo de áloe, ámbar gris y almizcle, y finalmente velas de cera de Alejandría. Todo lo metió en la espuerta, y dijo al mozo: “lleva la espuerta y sígue-me.” Y el mozo la siguió, llevando siempre la espuerta, hasta que la joven llegó a un palacio, todo de mármol, con un gran patio que daba al jardín de atrás. Todo era muy lujoso, y el pórtico tenía dos hojas de ébano, adornadas con cha-pas de oro rojo.
  La joven llamó, y las dos hojas de la puerta se abrieron. El manda-dero vio entonces que había abierto la puerta otra joven, cuyo talle, ele-gante y gracioso, era un verdadero modelo, especialmente por sus pe-chos redondos y salientes, su gentil apostura, su belleza, y todas las perfecciones de su talle y de todo lo demás. Su frente era blanca como la primera luz de la luna nueva, sus ojos como los ojos de las gacelas, sus cejas como la luna creciente del Ramadán, sus mejillas como anémonas, su boca como el sello de Soleimán, su rostro como la luna llena al salir.
  Por eso, a su vista, notó el mozo que se le iba el juicio y que la espuerta se le venía al suelo. Y dijo para sí “?Por Alah! ?En mi vida he tenido un día tan bendito como el de hoy!”

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:21

《一千零一夜》连载四

  Entonces esta joven tan admira-ble dijo a su hermana la proveedora y al mandadero: “?Entrad, y que la acogida aquí sea para vosotros tan amplia como agradable!”
  Y entraron, y acabaron por lle-gar a una sala espaciosa que daba al patio, adornada con brocados de seda y oro, llena de lujosos muebles con incrustaciones de oro, jarrones, asientos esculpidos, cortinas y unos roperos cuidadosamente cerrados. En medio de la sala había un lecho de mármol incrustado con perlas y esplendorosa pedrería, cubierto con un dosel de raso rojo. Sobre él estaba extendido un mosquitero de fina gasa, también roja, y en el lecho había una joven de maravillosa her-mosura, con ojos babilónicos, un talle esbelto como la letra aleph, y un rostro tan bello, que podía envi-diarlo el sol luminoso. Era una es-trella brillante, una noble hermosura de.Arabia, como dijo el poeta:
  ?El que mida tu talle, ?oh joven! y lo campare por su esbeltez con la delicadeza de una rama flexible, juzga con error a pesar de su talento! ?Por-que tu talle no tiene igual, ni tu cuerpo un hermano!
  ?Porque la rama sólo es linda en el árbol y estando desnuda! ?Mientras que tú eres hermosa de todos modos, y las ropas que te cubren son única-mente una delicia más!
  Entonces la joven se levantó, y llegando junto a sus hermanas, les dijo: “?Por qué permanecéis quie-tas? Quitad la carga de la cabeza de ese hombre.” Entonces entre las tres le aliviaron del peso. Vaciaron la espuerta, pusieron cada cosa en su sitio, y entregando dos dinares al mandadero, le dijeron: “?Oh man-dadero! vuelve la cara y vete inme-diatamente.” Pero el mozo miraba a las jóvenes, encantado de tanta belleza y tanta perfección, y pen-saba que en su vida había visto nada semejante. Sin embargo, cho-cábele que no hubiese ningún hombre en la casa. En seguida se fijó en lo que allí había de bebidas, frutas, flores olorosas y otras cosas buenas, y admirado hasta el límite de la admiración, no tenía maldita la gana de marcharse.
  Entonces la mayor de las donce-llas le dijo: “?Por qué no te vas? ?Es que te parece poco el salario?” Y se volvió hacia su hermana, la que había hecho las compras, y le dijo: “Dale otro dinar.” Pero el man-dadero replicó: “?Par Alah, se?oras mías! Mi salario suele ser la cente-sima parte de un dinar, por lo cual no me ha parecido escasa la paga. Pero mi corazón está pendiente de vosotras. Y me pregunto cuál pue-de ser vuestra vida, ya que vivís en esta soledad, y no hay hombre que os haga compa?ía. ?No sabéis que un minarete sólo vale algo con la condición de ser uno de los cuatro de la mezquita? Pero ?oh se?oras mías! no sois más que tres, y os falta el cuarto. Ya sabéis que la dicha de las mujeres nunca es per-fecta si no se unen con los hombres. Y, coma dice el poeta, un acorde no será jamás armonioso como no se reúnan cuatro instrumentos: el arpa, el laúd, la cítara y la flauta. Voso-tras, ?oh se?oras mías! sólo sois tres, y os falta el cuarto instrumento: la flauta. ?Yo seré la flauta, y me conduciré como un hombre prudente, lleno de sagacidad e inteligencia, artista hábil que sabe guardar un secreto!”
  Y las jóvenes le dijeron: “?Oh mandadero! ?no sabes tú que somos vírgenes? Por eso tenemos miedo de fiarnos de algo. Porque hemos leído lo que dicen los poetas: “Des-confía de toda confidencia, pues un secreto revelado es secreto perdido.”
  Pero el mandadero exclamó: “?Ju-ro por vuestra vida, ?oh se?oras mías! que yo soy un hombre pru-dente, seguro y leal! He leído libros y he estudiado crónicas. Sólo cuento casas agradables, callándome cuidadosamente las cosas tristes. Obro en toda ocasión según dice el poeta:
  ?Sólo el hombre juicioso sabe callar el secreto! ?Sólo los mejores entre los hombres saben cumplir sus promesas!
  ?Yo encierro los secretos en una ca-sa de sólidos candados, donde la llave se ha perdido y la puerta está sellada!”
  Y escuchando los versos del man-dadero, muchas otras estrofas que recitó y sus improvisaciones rima-das, las tres jóvenes se tranquiliza-ron; pero para no ceder en seguida, le dijeron: “Sabe, ?oh mandadero! que, en este palacio hemos gastado el dinero en enormes cantidades. ?Llevas tú encima con que indemni-zarnos? Sólo te podremos invitar con la condición de que gastes mucho oro. ?ácaso no es tu deseo permanecer con nosotras, acompa-?arnos a beber, y singularmente hacernos velar toda la noche, hasta que la aurora ba?e nuestros ros-tros?” Y _la mayor de las doncellas a?adió: “Amor sin dinero no puede servir de buen contrapeso en el pla-tillo de la balanza.” Y la que había abierto la puerta, dijo: “Si no tie-nes nada, vete sin nada.” Pero en aquel momento intervino la provee-dora, y dijo: “?Oh hermanas mías! Dejemos eso, ?por Alah! pues este muchacho en nada ha de amen-guarnos el día. Además, cualquier otro hombre no habría tenido con nosotras tanto comedimiento. Y cuando le toque pagar a él, yo lo abonaré en su lugar.”

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:22

《一千零一夜》连载四

  Entonces el mandadero se rego-cijó en extremo, y dijo a la que le había defendido: “?Por Alah! A ti te debo la primer ganancia del día.” Y dijeron las tres: “Quédate, ?oh buen mandadero! y te tendre-mos sobre nuestra cabeza y nuestros ojos,” Y en seguida la proveedora se levantó y se ajustó el cinturón. Luego dispuso los frascos, clarificó el vino por decantación, preparó el lugar en que habían de reunirse cerca del estanque, y llevó allí cuan-to podían necesitar. Después ofreció el vino y todo el mundo se sentó, y el mandadero en medio de ellas, en el vértigo, pues se figuraba estar so?ando.
  Y he aquí que la proveedora ofre-ció la vasija del vino y llenaron la copa y la bebieron, y así por segun-da y por tercera vez. Después la proveedora la llenó de nuevo y la presentó a sus hermanas, y luego al mandadero. Y el mandadero, extasiado, improvisó esta composi-ción rimada:
  ?Bebe este vino! ?él es la causa de toda nuestra alegría! .?él da al que lo bebe fuerzas y salud! ?él es el único remedio que cura todos los males!
  ?Nadie bebe el vino origen de toda alegría, sin sentir las emociones más gratas! ?La embriaguez es lo único que puede saturarnos de voluptuosidad!
  Después besó las manos a las tres doncellas, y vació la copa. En segui-da, aproximandose a la mayor, le dijo: “?Oh se?ora mía! ?Soy tu escla-vo, tu cosa y tu propiedad!” Y recitó estas estrofas en honor suyo:
  ?A tu puerta espera de pie un escla-vo de tus ojos, acaso el más humilde de tus esclavos!
  ?Pero, conoce a su due?a! ?él sabe cuánta s su generosidad y sus bene-ficios! ?Y sobre todo, sabe cómo se lo ha de agradecer!
  Entonces ella le dijo ofreciéndole la copa: “Bebe, ?oh amigo mío! que la bebida, te aproveche y la digieras bien. Que ella te de fuerzas para el camino de la verdadera salud.”
  Y el mandadero cogió la copa, besó la mano a la joven, y una voz dulce y modulada cantó queda-mente estos versos:
  ?Yo ofrezco: a mi amiga un vino resplandeciente como sus mejillas, mejillas tan luminosas, que sólo la claridad de una llama podría compa-rarse con su espléndida vida!
  Ella se digna aceptarlo, pero me dice muy risue?a:
  “?Cómo quieres que beba mis pro-pias mejillas?”
  Y yo le digo: “?Bebe, oh llama de mi corazón! ?Este licor son mis lágri-mas, su color rojo mi sangre, y su mezcla en la copa es toda mi alma!
  Entonces la joven cogió la copa de manos del mandadero, se la llevó a los labios y después fue a sentarse junto a sus hermanas. Y todas em-pezaron a cantar, a danzar y a jugar con las flores exquisitas. Después siguieron bebiendo en la misma copa hasta que comenzó a anochecer. Las jóvenes dijeron entonces al manda-dero: “Ahora vuelve la cara y vete, y así veremos la anchura de tus hombros.” Pero el mozo exclamo: “?Por Alah, se?oras mías! ?Más fácil sería a mi alma salir del cuer-po, que a mí dejar esta casa! ?Junte-mos esta noche con el día, y ma?ana podrá cada uno ir en busca de su destino por el camino de Alah!” Entonces intervino nuevamente la joven proveedora: “Hermanas, por vuestra vida, invitémosle a pasar la noche con nosotras y nos reiremos mucho con él, porque es muy gracio-so.” Y dijeron entonces al mandade-ro: “Puedes pasar aquí la noche, con la condición de estar bajo nuestro dominio y no pedir ninguna explica-ción sobre lo que veas ni sobre cuan-to ocurra.” Y él respondió: “Así sea, ?oh se?oras mías!” Y ellas a?adie-ron: “Levántate y lee lo que está es-crito encima de la puerta.” Y él se levantó, y encima de la puerta vio las siguientes palabras, escritas con letras de oro:
  No hables nunca de lo que no te importe, si no, oirás cosas que no te gusten.
  Y, el mandadero dijo: “?Oh se?o-ras mías os pongo por testigo de que no he de hablar de lo que no me importe”
  En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la ma?a-na, y se calló discretamente.
  PERO CUANDO LLEGó LA 10a NOCHE
  Doniazada dijo: “?Oh hermana mía! acaba la relación.” Y Schalhra-zada contestó: “Con mucho agrado, y como un deber de generosidad.” Y prosiguió:

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:23

《一千零一夜》连载四

  He llegado a saber, ?oh rey pode-roso! que cuando el mandadero hizo su promesa a las jóvenes, se levantó la proveedora, colocó los manjares delante de los comensales, y todos comieron muy regaladamente. Des-pués de esto, encendieron las velas, quemaron maderas olorosas e incien-so, y volvieron a beber y comer todas las golosinas compradas en el zoco, sobre todo el mandadero, que al mismo tiempo decía versos, cerrando los ojos mientras recitaba y moviendo la cabeza. Y de pronto se oyeron fuertes golpes en la puer-ta, lo que no les perturbó en sus placeres, pero al fin la menor de las jóvenes se levantó, fue a la puerta, y luego volvió y dijo: “Bien llena va a estar nuestra mesa esta noche, pues acabo de encontrar junto a la puerta a tres ahjam con las barbas afeitadas y tuertos del ojo izquierdo. Es una coincidencia asombrosa. He visto inmediatamente que eran ex-tranjeros, y deben venir del país de los Rum. Cada uno es diferente, pero los tres son tan ridículos de fisonomía, que hacen reír. Si los hiciésemos entrar nos divertiríamos con ellos.” Y sus hermanas acepta-ron, “Diles que pueden entrar; pero entérales de que no deben hablar de lo que no les importe, si no quieren oír cosas desagradables.” Y la joven corrió a la puerta, muy alegre, y volvió trayendo a los tres tuertos. Llevaban las mejillas afei-tadas, con unos bigotes retorcidos y tiesos, y todo indicaba que perte-necían a la cofradía de mendicantes llamados saalik.
  Apenas entraron, desearon la paz a la concurrencia, las jóvenes se quedaron de pie y los invitaran a. sentarse. Una vez sentados, los saa-lik miraron al mandadero, y supo-niendo que pertenecía a su cofradía, dijeron: “Es un saalik como nos-otros, y podrá hacernos amistosa compa?ía.” Pero el mozo, que los había oído, se levantó de súbito los miró airadamente, y exclamó: “Dejadme en paz, que para nada necesito vuestro afecto. Y empezad por cumplir lo que veréis escrito encima de esa puerta.” Las donce-llas estallaron de risa al oír estas palabras, y se decían: “Vamos a divertirnos con este mozo y los saalik.” Después ofrecieron manja-res a los saalik, que los comieron muy gustosamente. Y la más joven les ofreció de beber, y los saalik bebieron uno tras otro. Y cuando la copa estuvo en circulación, dijo el mandadero: “Hermanos nuestros, ?lleváis en el saco alguna historia o alguna maravillosa aventura con qué divertirnos?” Estas palabras los esti-mularon, y pidieron que les trajesen instrumentos. Y entonces la más joven les trajo inmediatamente un pandero de Mussul adornado con cascabeles, un laúd de Irak y una flauta de Persia. Y los tres saalik se pusieron de pie, y uno cogió el pandero, otro el laúd y el tercero la flauta. Y los tres empezaron a tocar, y las doncellas los acompa-?aban con sus cantos. Y el manda-dero se moría de gusto, admirando la hermosa voz de aquellas mujeres.
  En este momento volvieron a llamar a la puerta. Y como de cos-tumbre, acudió a abrir la más joven de las tres doncellas.
  Y he aquí el motivo de que hubiesen llamado:
  Aquella noche, el califa Harún Al-Rachid había salido a recorrer la ciudad, para ver y escuchar por si mismo cuanto ocurriese. Le acom-pa?aba su visir Giafar-Al-Barmaki y el porta-alfanje Masrur, ejecutor de sus justicias. El califa en estos casos acostumbraba a disfrazarse de mer-cader.
  Y paseando por las calles había llegado frente a aquella casa y había oído los instrumentos y los ecos de la fiesta. el califa dijo al visir Giafar: “Quiero que entremos en esta casa para saber qué son esas voces.” Y el visir Giafar replicó: “Acaso sea un atajo de borrachos, y convendría precavernos por si nos hiciesen alguna mala partida.” Pero el califa dijo: “Es mi voluntad entrar ahí. Quiero que busques la forma de entrar y sorprenderlos.” Al oír esa orden, el visir contestó: “Escu-cho y obedezco.” Y Giafar avanzó llamó a la puerta. Y al momento fue a abrir la más joven de las tres hermanas.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:24

《一千零一夜》连载四

  Cuando la joven hubo abierto la puerta, el visir le dijo: “?Oh se?ora mía! somos mercaderes de Tabaria. Hace diez días llegamos a Bagdad con nuestras géneros, y habitamos en el khan de los mercaderes. Uno de las comerciantes del khan nos ha convidado a su casa y nos ha dado- de comer. Después de la comida, que ha durado una hora, nos ha dejado en libertad de marcharnos. Hemos salido, pero ya era de noche, y como somos extranjeros, hemos perdido el camino del khan y ahora nos dirigimos fervorosamente a vues-tra generosidad para que nos per-Imitáis entrar y pasar la noche aquí. Y ?Alah os tendrá en cuenta esta buena obra!”
  Entonces la joven los miró, le pareció que en efecto tenían maneras de mercaderes y un aspecto muy respetable, por lo cual fue a buscar a sus dos hermanas para pedirles parecer. Y ellas le dijeron: “Déjales entrar.” Entonces fue a abrirles la puerta, y le preguntaron: “?Pode-mos entrar, con vuestro permiso?” Y ella contestó: “Entrad.” Y entra-ron el califa, el visir y el porta--alfanje, y al verlos, las jóvenes se pusieron de pie y les dijeron: “?Sed bien venidos, y que la acogida en esta casa os sea tan amplia como amistosa! Sentaos, ?oh huéspedes nuestros! Sólo tenemos que impo-neros una condición: No habléis de lo que no os importe, si no que-réis oír cosas que no os gusten.” Y ellos respondieron: “Ciertamente que sí.” Y se sentaron, y fueron invitados a beber y a que circulase entre ellos la copa. Después el califa miró a los tres saalik, y se asombró mucho de ver que los tres estaban tuertos del ojo izquierdo. Y miró en seguida a las jóvenes, y al, adver-tir su hermosura y su gracia, quedó aún más perplejo y sorprendido. Las doncellas siguieron conversando con los convidados; invitándoles a beber con ellas, y luego presentaron un vino exquisito al califa, pero éste lo rechazó, diciendo: “Soy un buen hadj”. Entonces la más joven se levantó y colocó delante de él una mesita con incrustaciones finas, encima de la cual puso una taza de porcelana de China, y echó en ella agua de la fuente, que enfrió con un pedazo de hielo, y lo mezcló todo con azúcar y agua de rosas, y después se lo presentó al califa. Y él aceptó, y le dio las gracias, diciendo para sí: “Ma?ana tengo que recompensaría por su acción y por todo el bien que hace.”
  Las doncellas siguieron cumpliera-do sus deberes de hospitalidad y sirviendo de beber. Pero, cuando el vino produjo sus efectos, la mayor de las tres hermanas se levantó, cogió de la mano a la proveedora, y le dijo: “?Oh hermana mía! leván-tate y cumplamos nuestro deber.” Y su hermana le contestó: “Me tienes a tus órdenes.” Entonces la más peque?a se levantó también, y dijo a los saalik que se apartaran del centro de la sala y que fuesen a colocarse junto a las puertas. Quitó cuanto había en medio del salón y lo limpió. Las otras dos hermanas llamaron al mandadero, y le dijeron: “?Por Alah! ?Cuán poco nos ayu-das! Cuenta que no eres un extra?o, sino de la casa.” Y entonces el mozo se levantó, se remangó la túni-ca, y apretándose el cinturón, dijo: “Mandad y obedeceré.” Y ellas con-testaron: “Aguarda en tu sitio.” Y a los pocos momentos le dijo la pro-veedora: “Sígueme, que podrás ayu-darme.”
  Y la siguió fuera de la sala, y vio las perras de la especie de las perras negras, que llevaban cadenas al cue-llo. El mandadero las cogió y las llevó al centro de la sala. Entonces la mayor de las hermanas se remangó el brazo, cogió un látigo, y dijo al mozo: “Trae aquí una de esas perras.” Y el mandadero, tirando de la cadena del animal, le obligó a acercarse, y la perra se echó a llorar y levantó la cabeza hacia la joven. Pero ésta, sin cuidarse de ello, la tumbó a sus pies, y empezó a darle latigazos en la cabeza, y la perra chillaba y lloraba, y la joven no la dejó de azotar hasta que se le cansó el brazo. Entonces tiró el látigo, cogió a la perra en brazos, la estrechó contra su pecho, le seco las lágrimas y la besó en la cabeza, que le tenía cogida entre sus manos. Después dijo al mandadero: “Llévatela, y tráeme la otra.” Y el mandadero trajo la otra, y la joven la trató lo mismo que a la primera.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:25

《一千零一夜》连载四

  Entonces el califa sintió que su corazón se llenaba de lástima y que el pecho se le oprimía de tristeza, y gui?ó el ojo al visir Giafar para que interrogase sobre aquello a la joven, pero el visir le respondió por se?as que lo mejor era callarse.
  En seguida la mayor de las donce-llas se dirigió a sus hermanas, y les dijo: “Hagamos lo que es nuestra costumbre.” Y las otras contestaron: “Obedecemos.” Y entonces se subió al lecho, chapeado de plata y de oro, y dijo a las otras dos: “Veamos ahora lo que sabéis.” Y la más peque-?a se subió al lecho, mientras que la otra se marchó a sus habitaciones y volvió trayendo una bolsa de raso con flecos de seda verde; se detuvo delante de las jóvenes, abrió la bolsa y extrajo de ella un laúd. Después se lo entregó a su hermana peque?a, que lo templó, y se puso a ta?erlo, cantando estas estrofas con una vez sollozante y conmovida:
  ?Por piedad! ?Devolved a mis pár-pados el sue?o que de ellos ha huido! ?Decidme dónde ha ido a parar mi razón!
  ?Cuando permití que el amor pene-trase en mi morada, se enojó conmigo, el ce?o y me abandonó?
  Y me preguntaban: “?Qué has hecho: para verte así, tú que eres de los que recorren el camino recto y seguro? ?Dinos quién te ha extraviado de ese modo!”
  Y les dije; “?No seré yo, sino ella, quiera os responda! ?Yo sólo puedo deciros que mi sangre, toda mi sangre, le pertenece! ?Y siempre he de preferir veterla por ella a conservarla torpe-mente en mí!
  “?He elegido una mujer para poner en ella mis pensamientos, mis pensa-mientos que reflejan su imagen! ?Si expulsara esa imagen, se consumirían mis entra?as con un fuego devorador!
  “?Si la vierais, me disculparíais! ?Por-que el mismo Alah cinceló esa joya con el licor de la vida; y con lo que quedó de ese licor fabricó la granada y las perlas!”
  Y me dicen: “?Pero encuentras en el objeto amado otra cosa que lágri-mas, pe?as y escasos placeres?
  ?No sabes que al mirarte en el agua límpida sólo verás tu sombra? ?bebes de un manantial cuya agua sacia antes de ser saboreada!”
  Y yo contesto: “?No creáis que bebiendo se ha apoderado de mí la embriaguez, sino sólo mirando! ?No fue preciso más; esto bastó para qué el sue?o huyera por siempre de mis ojos!
  “?Y no son las cosas pasadas las que me consumen, sino solamente el pasado de ella! ?No son las cosas amadas de que me separé las que me han puesto en este estado, sino sola-mente la separación de ella!
  “?Podría volver mis miradas hacia otra, cuando toda mi alma está unida a su cuerpo perfumado a sus aromas de ámbar y almizcle?”
  Cuando acaba de cantar, su her-mana le dijo: “?Ojalá te consuele Alah, hermana mía!” Pero tal aflic-ción se apoderó de la joven portera, que se desgarró las vestiduras y cayó desmayada en el suelo.
  Pero al caer, como una parte de su cuerpo quedó descubierta, el califa vio en él huellas de latigazos y vára-zos, y se asombró hasta el límite del asombro. La proveedora roció la cara de su hermana, y luego que recobró el sentido, le trajo un vestido nuevo y se lo puso.
  Entonces el califa dijo a Giafar: ?No te conmueven estas cosas? ?No has visto se?ales de golpes en el cuerpo de esa mujer? Yo no puedo callarme, y no descansaré hasta des-cubrir la verdad de todo esto, y sobre todo, esa aventura de las dos perras.” Y el visir contestó: “?Oh mi se?or, corona de mi cabeza! recuerda la condición que nos impusieron: No hables de lo que no te importe, si no quieres oír cosas que no te gusten.”
  Y mientras tanto, la proveedora se levantó, cogió el laúd; lo apoyó en su redonda seno, y se puso a cantar:
  ?Qué responderíamos si vinieran a darnos quejas de amor? ?Qué haríamos si el amor nos da?ara?
  ?Si confiáramos a un intérprete que respondiese en nuestro nombre, este intérprete no sabría traducir todas las quejas de un corazón enamorado!
  ?Y si sufrimos con paciencia y era silencio en ausencia del amado, pronto nos pondrá el dolor a las puertas de la muerte!

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:26

《一千零一夜》连载四

  ?Oh dolor!` ?Para npsotros sólo hay penas y duelo: las lágrimas resbalan por las mejillas!
  Y tú, querido ausente, que has huido de las miradas de mis ojos cortando las lazos que te unían a mis entra?as.
  Di, ?conservas algún recuerdo de nuestro amor pasado, una huella, pe-que?a que dure a pesar del tiempo?
  ?O has olvidado, con la ausencia, el amor que agotó mi espíritu y me puso en tal estado de aniquilamiento y postración?
  ?Si mí sino es vivir desterrada, algún día pediré cuentas de estos sufrimientos a Alah, nuestro Se?or!
  Al oír este canto tan triste, la mayor de las doncellas se desgarró las vestiduras, y cayó desmayada. Y la proveedora se levantó y le puso un vestido nuevo, después de haber cui-dado de rociarle la cara con agua para que volviese de su desmayo. Entonces, algo repuesta, se sentó la joven en el lecho, y dijo a su herma-na: “Te ruego que cantes para que podamos pagar nuestrás deudas. ?Aunque sólo sea una vez!” Y la proveedora templó de nuevo el laúd y cantó las siguientes estrofas:
  ?Hasta cuándo durarán esta separación y este abandono tan cruel? ?No sabes qué a mis ojos ya no les quedan lágrimas?
  ?Me abandonas! ?Pera no crees que rompes así la antigua amistad? ?Oh! ?si tu objeto era despertar mis celos, lo has logrado!
  ?Si el maldito Destino siempre ayu-dase a los hombres amorosos, las pobres mujeres no tendrían tiempo para diri-gir reconvenciones a los amantes infie-les!
  ?A quién me quejaré para desahogar un poco mis desdichas, las desdichas causadas por tu mano, asesino de mi corazón?.. ?áy de mi! ?Qué recurso le queda al que perdió la garantía de su crédito? ?Cómo cobrar la deuda?
  ?Y la tristeza de mi corazón dolorido crece con la locura de mi deseo hacia tí! ?Te busco! ?Tengo tus promesas! Pero tú ?dónde estás?
  ?Oh hermanos! ?os lego la obliga-ción de vengarme del infiel! ?Que sufra padecimientos como los míos! ?Que apenas vaya a cerrar los ojos para el sue?o, se los abra en seguida el insomnio largamente!
  ?Por tu amor he sufrido las peores humillaciones! ?Deseo, pues, que otro en mi lugar goce las mayores satisfacciones a costa tuya!
  ?Hasta hay me ha tocado padecer por su amor! ?Pero a él, que de mí se burla, le tocará sufrir ma?ana!
  Al oír esto cayó desmayada otra vez la más joven de las hermanas; y su cuerpo apareció se?alado por el látigo.
  Entonces dijeron los tres saalik: “Más nos habría valido no entrar en esta casa, aunque hubiéramos pasado la noche sobre un montón de escombros, porque este espectáculo nos apena de tal modo, que acabará por destruirnos la espina dorsal.” Entonces el califa, volvién-lose hacia ellos, les dijo: “?Y por qué es eso?” Y contestaron: “Porque nos ha emocionado mucho lo que acaba de ocurrir.” Y el califa les preguntó: “?De modo que no sois de la casa?” Y contestaron: “Nada de eso. El que parece serlo es ese que está a tu lado.” Entonces exclamó el mandadero: “?Por Alah! Esta noche he entrado en esta casa por primera vez, y mejor habría sido dormir sobre un montón de piedras.”
  Entonces dijeron: “Somos siete hombres, y ellas sólo son tres muje-res. Preguntemos la explicación de lo ocurrido, y si no quieren contes-tarnos de grado, que lo hagan a la fuerza.” Y todos se concertaron para obrar de ese modo, menos el visir, que les dijo: “?Creéis que vuestro propósito es justo y honrado? Pensad que somos sus huéspedes, nos han impuesto condiciones y debemos cumplirlas Además, he aquí que se acaba la noche, y pronto irá cada uno a buscar su suerte por el camino de Alah.” Después gui?ó el ojo al califa, y llevándole aparte, le dijo: “Sólo nos queda que permanecer aquí una hora. Te prometo que ma?ana pondré entre tus manos a estas jóvenes, y entonces las podrás preguntar su historia.” Pero el califa rehusó y dijo: “No tengo paciencia para aguardar a ma?ana.” Y siguie-ron hablando todos, hasta que aca-baron por preguntarse: “?cuál de nosotros les dirigirá la pregunta?” Y algunos opinaron que eso le corres-pondía al mandadero.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:27

《一千零一夜》连载四

  A todo esto, las jóvenes les pre-guntaron: “?De qué habláis, buena gente?” Entonces el mandadero se levantó, se puso delante de la mayor de las tres hermanas, y le dijo: “?Oh soberana mía! En nombre de Alah te pido y te conjuro, de parte de todos los convidados, que nos cuentes la historia de esas dos perras negras, y por qué las has castigado tanto, para llorar después y besarlas. Y dinos también, para que nos entere-mos, la causa de esas huellas de lati-gazos que se ven en el cuerpo de tu hermana. Tal es nuestra petición. Y ahora, ?que la paz sea contigo!” Entonces la joven les preguntó a todos. “?Es cierto lo que dice este mandadero en vuestro nombre?” Y todos, excepto el visir, contestaron “Cierto es,” Y el visir no dijo ni una palabra.
  Entonces la joven, al oír su res-puesta, les dijo: “?Por Alah, hués-pedes míos! Acabáis de ofendernos de la peor manera. Ya se os advirtió oportunamente que si alguien habla-ba de lo que no le importase, oiría lo que no le había de gustar. ?No os ha bastado entrar en esta casa y come-ros nuestras provisiones? Pero no tenéis vosotros la culpa, sino nuestra hermana, por haberos traído.”
  Y dicho esto, se remangó el brazo, dio tres veces con el pie en el suelo, y gritó: “?Holal ?Venid en seguida!” E inmediatamente se abrió uno de los roperos cubiertos por cortinajes, y aparecieron siete negros, altos y robustos, que blandían agudos alfan-jes. Y la due?a les dijo: “Atad los brazos a esa gente de lengua larga, y amarradlos unos a otros.” Y eje-cutada la orden, dijeron los negros: “?Oh se?ora nuestral ?Oh flor oculta a las miradas de los hombres! ?nos permites que les cortemos la cabeza?” Y ella contestó: “Aguardad una ho-ra, que antes de degollarlos he de interrogar para saber quiénes son.”
  Entonces exclamó el mandadero: “?Por Alah, oh se?ora mía! no me mates por el crimen de estos hom-bres. Todos han faltado y todos han cometido un acto criminal, pero yo no. ?Por Alah! ?Qué noche tan di-chosa y tan agradable habríamos pasado si no hubiésemos visto a es-tos malditos saalik! Porque estos saalik de mal agüero son capaces de destruir la más floreciente de las ciudades sólo con entrar` en ella.”
  Y en seguida recitó esta estrofa:
  ?Qué hermoso es el perdón del fuerte!
  ?Y sobre todo; qué hermoso cuando se otorga al indefenso!
  ?Yo te conjuro por la inviolable amistad que existe entre los dos: no mates al inocente por causa del cul-pable!
  Cuando el mandadero acabó de recitar, la joven se echó a reir.
  En este momento de su narración; Schahrazada vio aproximarse la ma-?ana, y se calló discretamente.
  PERO CUANDO LLEGó LA 11a NOCHE
  Ella dijo:
  He llegado a saber, ?oh rey afor-tunado! que cuando la joven se echó a reír, después de haberse indignado, se acercó a los concurrentes, y dilo: “Cantadme cuanto tengáis que con-tar, pues sólo os queda una hora de vida. Y si tengo tanta paciencia, es porque sois gente humilde, que si fue-seis de los notables, o de los grandes de vuestra tribu, o si fueseis de los que gobiernan, ya os habría casti-gado.”
  Entonces el califa dijo al visir: “?Desdichados de nosotros, oh Gia-far! Revélale quiénes somos, si no, va a matarnos.” Y el visir contestó: “Bien merecido nos está.” Pero el califa dijo: '`No es ocasión oportuna para bromas; el caso es muy serio, y cada cosa en su tiempo.”
  Entonces la joven se acercó a los saalik, y les dijo: “?Sois hermanos?” Y contestaron ellos; “?No, por Alah! Somos los más pobres de los pobres, y vivimos de nuestro oficio, haciendo escarificaciones y poniendo vento-sas.” Entonces fue preguntando a cada uno: “?Naciste tuerto, tal como ahora estás?” Y el primero de ellos contestó: “?No, por Alah! Pero la historia de mi desgracia es tan asom-brosa, que si se escribiera con una aguja en el ángulo interior de un ojo, sería una lección para quien la leyera con respeto.” Y los otros dos contestaron lo mismo, y luego dijeron los tres: “Cada uno de nos-otros es de un país distinto, pero nuestras historias no pueden, ser más maravillosas, ni nuestras aventuras más prodigiosamente extra?as.”. En-tonces dijo, la joven: “Que cada cual cuente su historia, y después se llevé la mano a la frente para darnos las gracias, y se vaya en busca de su des-tino.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:28

《一千零一夜》连载四

  El mandadero fue el primero que se adelantó y dijo: “?Oh se?ora mía! Yo soy sencillamente un mandadero, y nada más. Vuestra hermana me hizo cargar con muchas cosas y venir aquí. Me ha ocurrido con vosotras lo que sabéis muy bien, y no he de repetirlo ahora, por razones que se os alcanzan. Y tal es toda mi historia. Y nada podré a?adir a ella, sino que os deseo la paz.”
  Entonces la joven le dijo: “?Vaya! llévate la mano a la cabeza, para ver si está todavía en su sitio, arré-glate el pelo, y márchate:` Pero re-plicó el mozo: “?Oh! ?No, por Alah! No me he de ir hasta que oiga el relato de mis compa?eros.”
  Entonces el primer saaluk entre los saalik, avanzó para contar su his-toria, y dijo:
  HISTORIA DEL PRIMER SAALUK
  “Voy a contarte, ?oh mi se?ora! el motivo de que me afeitara las barbas y de haber perdido un ojo.
  Sabe, pues, que mi padre era rey. Tenía un hermano, y ese hermano era rey en otra ciudad. Y ocurrió la coincidencia de que el mismo día que mi madre me parió nació también mi primo.
  Después pasaron los a?os, y des-pués de los a?os y los días, mi primo y yo crecimos. He de decirte que, con intervalos de algunos a?os, iba a visitar a mi tío y a pasar con él algu-nos meses. La última vez que le visité me dispensó mi primo una acogida de las más amplias y más generosas, y mandó degollar varios carneros en mi honor y clarificar numerosos vinos. Luego empezamos a beber, hasta que el vino pudo más que nosotros. Entonces mi primo me dijo: “?Oh primo mío Ya sabes que te quiero extremadamente, y te he de pedir una cosa importante. No qui-siera que me la negases ni que me impidieses hacer lo que he resuelto.” Y yo le contesté: “Así sea, con toda la simpatía y generosidad de mi cora-zón.” Y para fiar más en mí, me hizo prestar el más sagrado de los jura-mentos, haciéndome jurar sobre el Libro Noble. Y en seguida se levantó, se ausentó unos instantes, y después volvió con una mujer ricamente ves-tida y perfumada, con un atavío tan fastuoso, que suponía una gran rique-za. Y volviéndose hacia mí, con la mujer detrás de él, me dijo: “Toma esta mujer y acompá?ala al sitio que voy a indicarte.” Y me se?aló el sitío, explicándolo tan detalladamen-te que lo comprendí muy bien. Lue-go a?adió: “Allí encontrarás una tumba entre las otras tumbas, y en ella me aguardarás.” Yo no me pude negar a ello, porque había jurado con la mano derecha. Y cogí a la mujer, y marchamos al sitio que me había indicado, y nos sentamos allí para esperar a mi primo, que no tar-dó en presentarse, llevando una vasija llena de agua; un saco con yeso y una piqueta. Y lo dejó todo, en el suelo, conservando en la mano nada más que la piqueta, y marchó hacia la tumba, quitó una por una las piedras y las puso aparte. Después cavó con la piqueta hasta descubrir una gran losa. La levantó, y apa-reció una escalera abovedada. Se volvió entonces hacia la mujer, y le dijo: “Ahora puedes elegir.” Y la mujer bajó en seguida la escalera y desapareció. Entonces él se volvió hacia mí y me dijo: “?Oh primo mío! te ruego que acabes de comple-tar este favor, y que, cuando haya bajado, eches la losa y la cubras con tierra, como estaba. Y así completa-rás este favor que me has hecho. En cuanto al yeso que hay en el saco y en cuanto al agua de la vasija, los mezclarás bien y después pondrás las piedras como antes, y con la mez-cla llenarás las junturas de modo que nadie, pueda adivinar que es obra reciente. Porque hace un a?o que estoy haciendo este trabajo, y sólo Alah lo sabe.” Y luego a?adió: “Y ahora ruega a Alah que no me abru-me de tristeza por estar lejos de ti, primo mío.” En seguida bajó la esca-lera, y desapareció en la tumba. Cuando hubo desaparecido de mi vis-ta, me levanté, volví a poner la losa, e hice, todo lo demás que me había mandado, de modo que la tumba quedó como antes estaba.
  Regresé al palacio, pero mi tío se haba ido de caza, y entonces decidí acostarme aquella noche. Después, cuando vino la manana, comencé a reflexionar sobre todas las cosas de la noche anterior, y singularmente sobre lo que me había ocurrido con mi primo, y me arrepentí de cuánto había hecho. ?Pero con el arrepentí-miento no remediaba nada! Entonces volví hacia las tumbas y busqué, sin poder encontrarla, aquella en que se había encerrado mi primo. Y seguí buscando hasta cerca del anochecer, sin hallar ningún rastro. Regresé entonces al palacio y no podía beber, ni comer, ni apartar el recuerdo de lo que me había ocurrido con mi primo, sin poder descubrir qué era de él. Y me afligí con una aflicción tan considerable, que toda la noche la pasé muy apenado hasta la ma?ana. Marché en seguida otra vez al cemen-terio, y volví a buscar la tumba entre todas las demás, pero sin ningún resultado. Y continué mis pesquisas durante siete días más, sin encontrar el verdadero camino. Por lo cual aumentaron de tal modo mis temo-res, que creí volverme loco.

会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:29

《一千零一夜》连载四

  Decidí viajar, en busca de remedio para mi aflicción, y regresé al país de mi padre. Pero al llegar a las puertas de la ciudad salió un grupo de hombres, se echaron sobre mi y me ataron los brazos. Entonces me quedé completamente asombra-do, puesto que yo era el hijo del sultán y, aquellos los servidores de mi padre y también mis esclavos. Y me entró un miedo muy grande, y pensaba: “?Quién sabe lo que le habrá podido ocurrir a mi padre?” Y pregunté a los que me habían atado los brazos, y no quisieron con-testarme. Pero poco después, uno de ellos, esclavo mío, me dijo: “La suerte no se ha mostrado propicia con tu padre. Los soldados le han hecho traición y el visir lo ha man-dado matar. Nosotros estabamos emboscados, aguardando que cayeses en nuestras manos.”
  Luego me condujeron a viva fuer-za. Yo no sabía lo que me pasaba, pues la muerte de mi padre me había llenado de dolor. Y me entregaron entre las manos del visir que había matado a mi padre. Pero entre este visir y yo existía un odio muy anti-guo. Y la causa de este odio consistía en que yo, de joven, fui muy aficio-nado al tiro de ballesta, y ocurrió la desgracia de que un día entre los días me hallaba en la azotea del pala-cio de mi padre, cuando un gran pájaro descendió sobre la azotea del palacio del visir, el cual estaba en ella. Quise matar al pájaro con la ballesta, pero la ballesta erró al pája-ro, hirió en un ojo al visir y se lo hundió, por voluntad y juicio escrito de Alah. Ya lo dijo el poeta:
  ?Deja que se cumplan los destinos; no quieras desviar el fallo de los jueces de la tierra!
  ?No sientas alegría ni aflicción por ninguna cosa, pues las cosas no son eternas!
  ?Se ha cumplido nuestro destino; hemos seguido con toda fidelidad los renglones escritos por la Suerte; por-que aquel para quien, la Suerte escribió un renglón, no tiene más remedio que seguirlo!
  Y el saaluk prosiguió de este modo
  Cuando dejé tuerto al visir, no se atrevió a reclamar en contra mía, porque mi padre era el rey del país. Pero esta era la causa de su odio.
  Y cuando me presentaron a él, con los brazos atados, dispuso que me cortaran la cabeza. Entonces le dije: ?Por qué me matas si no he come-tido ningún crimen?” Y contestó: “?Qué mayor crimen que éste?” Y se?alaba su ojo huero. Y yo dije: “Eso lo hice contra mi voluntad.” Pero él replicó: “Si lo hiciste contra tu voluntad, yo voy a hacerlo con toda la mía.” Y dispuso: “?Traedlo a mis manos!” Y me llevaron entre sus manos.
  Entonces extendió la mano, clavó su dedo en mi ojo izquierdo, y lo hundió completamente.
  ?Y desde entonces estoy tuerto, como todos veis!
  Hecho esto, ordenó que me mata-sen y me metiesen en un cajón. Des-pués llamó al verdugo, y le dijo: “Te lo entrego. Desenvaina tu alfanje y lleva a este hombre fuera de la ciu-dad; lo matas y le dejas allí para que se lo coman las fieras.”
  Entonces el verdugo me llevó fue-ra de la ciudad. Y me sacó de la caja con las manos atadas y los pies encadenados, y me quiso vendar los ojos antes de matarme. Pero entonces rompí a llorar y recité estas estrofas:
  ?Te elegí como firme coraza para librarme de mis enemigos, y eres la lanza y el agudo hierro con que me atraviesan!
  ?Cuando disponía del poder, mi mano derecha, la que debía castigar, se abs-tenía, pasando el arma a mi mano izquierda, que no la sabía esgrimir! ?Así obraba yo!
  ?No insistáis, os lo ruego, en vues-tros reproches crueles; dejad que sólo los enemigos me arrojen las flechas dolorosas!
  ?Conceded a mi pobre alma, tortura-da por los enemigos, el don del silen-cio; no la oprimáis más con la dureza y el peso de vuestras palabras!
  ?Confié en mis amigos para que me sirviesen de sólidas corazas; y así lo hicieron, pero en manos de los enemi-gos y contra mí!
  ?Los elegí para que me sirviesen de flechas mortales; y lo fueron, pero con-tra mi corazón!
  ?Cultivé sus corazones para hacerlos, fieles; y fueron fieles, pero a otros amores!
页: [1] 2
查看完整版本: 《一千零一夜》连载四