会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:20

西语童话阅读:LoquecontabalaviejaJuana(8)

  Y se fue, mas no a su casa, sino al estanque, donde cayó desfallecido. Llovía a torrentes, y el viento era helado, pero él no se daba cuenta. Cuando salió el sol, y las cornejas reanudaron su vuelo sobre el ca?averal, Rasmus despertó, medio muerto. Si se hubiese caído con la cabeza donde le quedaron los pies, no se habría vuelto a levantar; la lenteja de agua habría sido su mortaja.
  Al hacerse de día, Juana volvió a casa del sastre; ella fue su amparo, lo llevó al hospital.
  -Nos conocimos de ni?os -le dijo-. Tu madre me dio muchas veces de comer y de beber, y nunca se lo agradeceré bastante. Tú recobrarás la salud, volverás a ser un hombre y a vivir.
  Y Dios dispuso que siguiera viviendo, pero la salud y las facultades se habían perdido para siempre.
  Volvieron las golondrinas, reanudaron sus vuelos y se marcharon de nuevo una y otra vez. Rasmus envejeció antes de tiempo. Vivía solo en su casa, que iba decayendo visiblemente. Era pobre, más aún que Juana.
  -No tienes fe -le decía ella-. Si no fuese por Dios, ?qué nos quedaría! Tendrías que ir a tomar la comunión. Seguramente no has vuelto desde que te confirmaron.
  -?Bah! ?Qué más da! -replicó él.
  -Si dices lo que piensas, déjalo. El Se?or no quiere a su mesa invitados forzados. Pero piensa en tu madre y en tu ni?ez. Eras un muchacho bueno y piadoso. ?Quieres que te cante una canción de infancia?
  -?Qué más da! -replicó él.
  -A mí siempre me consuela -dijo ella.
  -Juana, eres una santa.
  Y la miró con ojos cansados y apagados.
  Juana cantó la canción, pero no leyéndola de un libro, pues no tenía ninguno, sino de memoria.
  -?Qué palabras más hermosas! -dijo él-. Pero no he podido seguirlas bien. ?Tengo la cabeza tan pesada!
  Rasmus era ya viejo, y Elsa no era joven tampoco. Nosotros mencionamos su nombre, aunque Rasmus no lo hacía nunca. Era ya abuela y tenía una nieta muy traviesa. La chiquilla jugaba con los otros ni?os del pueblo, y Rasmus se acercaba al grupo, apoyado en su bastón, y se quedaba parado mirándolos sonriente, como si su imaginación evocara tiempos pretéritos. La nietecita de Elsa gritaba, se?alándol
  -?Pobre Rasmus!
  Y las demás ni?as seguían su ejemplo.
  -?Pobre Rasmus! -repetían, y todas se ponían a perseguir al viejo con gran griterío.
  Fue un día gris y agobiante, al que siguieron otros muchos; pero después de los días agobiantes y grises, viene, al fin, uno de sol.
  Una magnífica ma?ana de Pentecostés, la iglesia apareció adornada con verdes ramas de abedul, que impregnaban el aire con los aromas del bosque, mientras el sol brillaba sobre los bancos. Los grandes candelabros del altar estaban encendidos; se administraba la comunión, y Juana figuraba entre los fieles arrodillados, pero Rasmus no se hallaba presente. Aquella misma ma?ana, Dios lo había llamado a Sí.
  Dios es la gracia y la misericordia.
  Han transcurrido muchos a?os desde aquella ma?ana. La casa del sastre sigue en pie, pero nadie la habita; la noche menos pensada, una tormenta la hundirá. El estanque está invadido de ca?as y juncos. El viento silba aún en el viejo árbol; se diría que se oye una canción: el viento la canta, el árbol la recita; si no la comprendes, ve a preguntárselo a la vieja Juana, la del asilo.
  En el asilo vive, y canta su canción piadosa, aquella misma que cantó a Rasmus. Ella piensa en él y reza por él a Dios Nuestro Se?or. Podría contar muchas cosas del tiempo pasado, recuerdos que murmuran en el viejo árbol.
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