会计考友 发表于 2012-8-17 11:59:20

西语童话阅读:LoquecontabalaviejaJuana(7)

  Vio la casa y los campos, el ganado y el ajuar. Todo estaba en buenas condiciones; no había ningún motivo que aconsejase retrasar la boda.
  Los grandes festejos duraron tres días, y se bailó al son de clarinetes y violines. Todos los habitantes de la parroquia fueron invitados, y también asistió la vieja Ulze, quien, terminada ya la fiesta, y después que los anfitriones se hubieron despedido de sus huéspedes y las trompetas hubieron cerrado la solemnidad, se marchó a su casa con los restos del banquete.
  Había cerrado la puerta solamente con un palo. La encontró abierta a su regreso y en la casa estaba Rasmus. Acababa de llegar. ?Santo Dios! No era sino piel y huesos, estaba pálido y demacrado.
  -?Rasmus! -exclamó su madre-. ?Es posible que seas tú? ?Qué enfermo pareces! Pero me alegra el tenerte aquí de nuevo.
  Y le sirvió una buena comida, con las viandas que traía de la boda: asado y un pedazo de torta.
  En el curso de los últimos tiempos, dijo el mozo, había pensado con gran frecuencia en su madre, en la casa y en el viejo sauce. Parecía extra?o las veces que en sue?os había visto el árbol y a Juana, descalza.
  No mencionó a Elsa. Estaba enfermo y tuvo que acostarse; pero nosotros no creemos que fuera por culpa de la olla ni que ésta hubiera ejercido influencia alguna sobre él. Sólo la vieja Stine y Elsa lo creyeron, pero nunca hablaron de ello.
  Rasmus yacía enfermo de fiebre contagiosa; por eso nadie iba a la casa del sastre, excepto Juana, la hija del zuequero, la cual rompió a llorar al ver lo acabado que estaba el joven.
  El doctor le recetó algo de la farmacia, pero él se negó a tomar los medicamentos.
  -?Qué más da! -dijo.
  -Tómalo y te curarás -le insistió su madre-. Confía en Dios y en ti mismo. Gustosa daría mi vida por verte otra vez con carnes en el cuerpo, cantando y silbando como antes.
  Rasmus salió de su enfermedad, pero su madre se contagió, y Dios la llamó a su seno en vez de a él.
  La casa quedó solitaria, solitaria y mísera.
  -?Está agotado - decían en la parroquia-. ?Pobre Rasmus!
  En el curso de sus viajes había llevado una vida desordenada. Aquello, y no la negra olla, fue lo que consumió su salud y puso la inquietud en su alma. El cabello se le aclaró y volvió gris; no hacía nada a derechas:
  -?Qué más da! -decía. Iba más a la taberna que a la iglesia.
  Un anochecer de oto?o se dirigía penosamente a su casa, bajo la lluvia y el viento, por el fangoso camino que conducía a la taberna. Hacía ya mucho tiempo que su madre reposaba en la sepultura. También se habían marchado las golondrinas, los estorninos y los fieles pájaros; pero Juana, la hija del zuequero, no se había ido. Fue a su encuentro y lo acompa?ó un trecho.
  -?Haz un esfuerzo, Rasmus!
  -?Qué más da! -respondió él.
  -?No debes decir eso! -le ri?ó Juana-. Acuérdate de las palabras de tu madre: ?Confía en Dios y en ti?. No lo haces, Rasmus, y tendrías que hacerlo. Nunca digas: ??Qué más da!?; así no harás nunca nada.
  No lo dejó hasta la puerta de su casa; pero él, en vez de entrar, se dirigió al viejo sauce, sentándose en el hito derribado.
  El viento silbaba entre las ramas del árbol; era como una canción, como un discurso. Rasmus respondió hablando en voz alta, pero nadie lo oyó, aparte el árbol y el viento.
  -?Qué frío! Es hora de acostarme. ?Dormir, dormir!
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