Un día, cuándo estaba yo durmien-do con mi esposa, llegaron hasta nosotros y nos cogieron, echándonos al mar. Mi esposa se despertó en el agua, y de súbito cambió de forma, convirtiéndose en efrita. Me tomó sobre sus hombros y me depositó sobre una isla. Después desapareció durante toda la noche, regresando al amanecer, y me dijo: “?No recono-ces. a tu esposa?” Te he salvado de la muerte con ayuda del Altísimo. Porque has de saber que yo soy una efrita. Y desde el instante en que te vi, te amó mi corazón, simplemente porque Alah lo ha querido, y yo soy una creyente de Alah y en su Profe-ta, al cual Alah bendiga y persevere. Cuando yo me he acercado a ti en la pobre condición en que me hallaba, tú te aviniste de todos modos a ca-sarte conmigo. Y yo, en justa grati-tud, he impedido que perezcas aho-gado. “En cuanto a tus hermanos, siento el mayor furor contra ellos y es preciso que los mate.”
" E3 A8 e1 }& n$ w0 \4 e2 V1 Y1 o Asombrado de sus palabras, le di las gracias por su acción, y le dije: “No puedo consentir la perdida de mis hermanos.” Luego le conté todo lo ocurrido con ellos, desde el prin-cipio hasta el fin, y me dijo entonces: “Esta noche volaré hacia la nave que los conduce, y la haré zozobrar para que sucumban.” Yo repliqué: “?Por Alah sobre tal No hagas eso, recuer-da que el Maestro de los Proverbios dice: “?Oh tú, compasivo del delin-cuente! Piensa que para el criminal es bastante castigo su mismo cri-men, y además, considera que son mis hermanos.” Pero ella insistió: :Tengo que matarlos sin remedio.” Y en vano imploré su indulgencia, Después se echó a volar llevándome en sus hombros, y me dejó en la azotea de mi casa.
5 w+ P3 @: L' V: e* O Abrí entonces las puertas y saqué los tres mil dinares del escondrijo. Luego abrí mi tienda, y después de hacer las visitas necesarias y los saludos de costumbre, compré nue-vos géneros.4 d) |6 \, j0 i; D
Llegada la noche, cerré la tienda, y al entrar en mis habitaciones en-contré estos dos lebreles que estaban atados en un rincón. Al verme se levantaron, rompieron a llorar y se agarraron a mis ropas. Entonces acu-dió mi mujer, y me dijo: “Son tus hermanos. “Y yo le dije: “?Quién los ha puesto en esta forma?” Y ella contestó: “Yo misma. He rogado a mi hermana, más versada que yo en artes de encantamiento, que los pu-siera en ese estado. Diez a?os per-manecerán así”., `) q9 K+ x/ K3 p& N7 s% }
Por eso, ?oh efrit poderoso! me ves aquí, pues voy en basca de mi cu?ada, a la que deseo suplicar los desencante, porque van ya transcu-rridos los diez a?os. Al llegar me encontré con este buen hombre, y cuando supe su aventura, no quise marcharme hasta averiguar lo que sobreviniese entre tú y él. Y este es mi cuento.”
! `* u7 e. _( u+ z El efrit dijo: “Es realmente un cuento asombroso, por lo que te con-cedo otro tercio de la sangre desti-nada a rescatar el crimen.”$ \1 A& I) s' L# m
Entonces se adelantó el tercer jei-que, due?o de la mula, y dijo al efrit: “Te contaré una historia más maravillosa que las de estos dos. Y tú me recompensarás con el resto de la sangre.” El efrit contestó: “Que así sea.”, H/ t- n% U: |8 U$ a
Y el tercer jeique dijo:1 q: E+ Q' A" W$ L! F7 l$ Z6 v4 ]
CUENTO DEL TERCER JEIQUE/ U7 Z! T9 U( X
“?Oh sultán, jefe de los efrits! Esta mula que ves aquí era mi es-posa. Una vez salí de viaje y estuve ausente todo un a?o. Terminados mis negocios, volví de noche, y al entrar en el cuarto de mi mujer, la encontré con un esclavo negro, esta-ban conversando, y se besaban, ha-ciéndose zalamerías. Al verme, ella se levantó, súbitamente y se aba-lanzó a mí con una vasija de agua en la mano; murmuró algunas pala-bras luego, y me dijo arrojándome el agua: “?Sal de tu propia forma y reviste la de un perro!” Inmediata-mente me convertí en perro, y mi esposa me echó de casa. Anduve va-gando, hasta llegar a una carnicería, donde me puse a roer huesos. Al ver-me el carnicero, me cogió y me llevó con él.
7 A# r+ {1 {$ Z- O! }% Q* E Apenas penetramos en el cuarto de su hija, ésta se cubrió con el velo y recriminó a su padre: “?Te parece bien lo que has hecho? Traes a un hombre y lo entras en mi habita-ción.” Y repuso el padre: “?Pero dónde está ese hombre?” Ella contes-tó: “Ese perro es un hombre, Lo ha encantado una mujer; pero yo soy capaz de desencantarlo.” Y su padre le dijo: “?Por Alah sobre ti! De-vuélvele su forma, hija mía.” Ella cogió una vasija con agua, y después de murmurar un conjuro, me echó unas gotas y dijo: “.?Sal de esa forma y recobra la primitiva!” , Entonces volví a mi forma humana, besé la mano de la joven, y le dije: “Quisie-ra que encantases a mi mujer como ella me encantó.” Me dio entonces un frasco con agua, y me dijo: “Si encuentras dormida a tu mujer, ro-cíala con esta agua y se convertirá en lo que quieras.” Efectivamente, la encontré dormida, le eché el agua, y dije: “?Sal de esa forma y toma la de una mula!” Y al instante se trans-formó en una mula, es la misma que aquí ves, sultán de reyes de los efrits.” |