</p> Al oír a Badreddin, Sett El-Hosn llegó al colmo de la alegría, y sonrió gentilmente y rompió a reír más gen-tilmente aún. Y luego, sin poder con-tenerse más, exclamó; “'?Por Alah, querido mío! No esperaba yo una sorpresa tan agradable, y ya me creía condenada a ser infeliz por todos los días de mi vida; pero mi ventura es tanto mayor por cuanto que voy a poseer un hombre digno de mi ter-nura.”- B0 Q$ g. f0 B; F
Y desde aquel instante, sin género de duda, quedó pre?ada Sett El--Hosn, segun verás en lo que sigue, ?oh Emir de los Creyentes!7 x8 s! L, b0 p* l
Y Badreddin se tendió al lado de Sett El-Hosn, pasándole con suavi-dad la mano por debajo de la cabeza, y ella le rodeó también con su brazo, enlazándose ambos estrechamente, y antes de dormirse se recitaron estas estrofas admirables:$ L) _6 M: v- f; Y7 y! Q3 H* t
?No temas nada! ?Y no hagas caso de los consejos del envidioso, pues no será el envidioso quien sirva a tus amores!9 o7 u A# B, z" f8 I$ H
?Cuando el mundo ve a dos corazo-nes unidos por ardiente pasión, trata de herirlos con el acero frío!7 C( G- k/ |3 G3 W
?Pero tú no hagas caso! ?Cuando el Destino pone una beldad a tu paso, es para que la ames y para que con ella únicamente vivas!! l2 z6 n1 x/ s, R- W
Y esto es acodo lo que acaeció a Hassán Badreddin y a Sett El-Hosn, la hija de su tío.% h& l) y X8 c; e, P3 L4 X
El efrit, por su parte, se apresuró a ir en busca de, su compa?era la efrita, y uno y otro admiraron a los dos jóvenes dormidos. Luego el efrit dijo a la efrita: “Habrás visto, her-mana, que tenía yo razón. Ahora debes cargar con el joven y llevarlo al mismo sitio de adonde lo cogí, al cementerio de Bassra, en la tourbeh de su padre Nureddin. Y hazlo pronto, que yo te ayudaré, pues ya apunta el día y no es posible que dejemos así las cosas.” Entonces la efrita levantó al joven Hassán dor-mido, se lo echó a cuestas, sin más ropa que la camisa, y voló con él, seguida de cerca por el efrit. De im-proviso, durante la carrera por el aire, al efrit le asaltaron deseos res-pecto a la efrita, yendo cargada con el hermoso Hassán. Y la efrita no se hubiese opuesto en otra ocasión; pero ahora temía por el joven. Además intervino, afortunadamente, Alah, en-viando contra él efrit a unos ángeles, que le echaron encima una columna de fuego y lo abrasaron. Y la efrita y Hassán se vieron libres del terrible efrit, que acaso los hubiese desplo-mado desde aquella altura. Entonces la efrita descendió al suelo, hacia el mismo sitio donde había caído el efrit.. l- O3 z: `7 n; ~- }' ^' a
Pero había escrito el Destino que el lugar donde la efrita depositara a Hassán Badreddin (por no atreverse a transportarlo ella sola más lejos) estaría muy próximo a la ciudad de Damasco, en el país de Seham. Y entonces la efrita llevó a Hassán muy cerca de una de las puertas de la ciudad, lo dejó suavemente en tierra y echó a volar otra vez. Cuando llegó la aurora, abriéron se las puertas de la ciudad, y los que salieron de ella se asombraron ante aquel maravilloso joven dormi-do, sin más ropa que la camisa y con un gorro de dormir en la cabeza en vez de turbante. Y se decían unos a otros: “?Es asombroso! ?Mu-cho habrá tenido que velar para estar ahora dormido tan profunda-mentel” Y otros dijeron: “?Alah, Alah! ?Hermoso joven! Pero ?por qué estará casi desnudo?” Otros con-testaron: “Probablemente, este po-bre joven habrá pasado en la taber-na más tiempo del preciso, y habrá bebido más de lo que pueda resistir. Y al regresar de noche, habrá en-contrado cerradas las puertas, deci-diéndose a dormir en el suelo.”' s- O8 h7 Z5 ^ M
Pero mientras conversaban de este modo, se levantó la brisa matinal, y acariciando al hermoso joven, le alzó la camisa." s3 {+ T; A# c/ T7 Q
* {- i6 ^" f2 m/ ]( B! s Despertó entonces, Badreddin, y hallándose tumbado cerca de aquella puerta desconocida y rodeado por tantas personas, se sorprendió mucho, y exclamó: “?Dónde estoy, buena gente? Os ruego que lo digáis. ?Y por qué me rodeáis así? ?Qué es lo, que ocurre?” Y le contestaron: “Nos hemos detenido por el gusto de verte. Pero ?no sabes que te hallas a las puertas de Damasco? ?En dónde has pasado la noche?” Y Hassán replico: “?Por Alah, buena gente! ?qué me decís? He pasado la noche en El Cairo, ?y me decís que estoy en Damasco?” Entonces se echaron a reír todos, y uno de ellos dijo: “?Ah gran tragador de has-chich!” Y dijeron otros: “Está loco, sin remedio. ?Lástima que esté de-mente un joven tan hermoso!” Y otros a?adieron: “Pero, en fin, ?qué historia es esa con que has querido enga?arnos?” Entonces Hassán Badreddin contestó: “?Por Alah! ?bue-na gente, yo no miento nunca! Os afirmo y repito que esta noche la he pasado en El Cairo, y la anterior en mi pueblo, que es Bassra.” Al oirle, uno gritó: “?Qué cosa más sorprendentel” Otro dijo: “?Está loco,” Y algunos se desternillaban de risa, dando palmadas. Y otros dijeron: “?No es una verdadera lás-tima que un joven tan admirable haya perdido la razón? ?Qué loco tan singular!” Y otro, más prudente, le dijo: “Hijo mío, vuelve en ti y no digas semejantes extravagancias.” Entonces Hassán contestó: “Sé muy bien lo que digo. Además, habéis de saber que anoche, en El Cairo, pasé una noche muy agradable como recién casado.” Entonces todos se convencieron de su locura. Y uno de ellos exclamó riéndose: “Ya veis que este pobre joven se ha casado en sue?os ?Y qué tal es ese matri-monio? ?Era una hurí?” Pero Badreddin empezaba a enfadarse, y les dijo: “Pues al que era una hurí, y he ocu-pado el lugar de un asqueroso joro-bado, y me he puesto su gorro de dormir, que es éste.” Y luego recapa-citó un momento, y dijo: “Pero ?por Alah! buena gente, ?en dónde está mi turbante, y mis calzoncillos, y mi ropón, y mis calzones? Y sobre todo, ?en dónde está mi bolsillo?” |