</p> ?Por, Alah, ?oh hijo de mi vida! no sé a cuál de los dos alabar y bendecir hoy más extremadamente, si a ti o a tu difunto padre! Porque, en realidad, el festín que voy a dar en mi casa se debe por completo a tu iniciativa generosa y a tus magnáni-mos donativos. Pero ?te lo diré? Per-míteme que te haga esta confianza. Mis convidados son personas poco dignas de tan suntuoso festín. Son, como yo, gente de diversos oficios pero resultan deliciosos. Y para que te convenzas, nada mejor que los enumere: en primer lugar, el admi-rable Zeitún, el que da masaje en el hammam; el alegre y bromista Salih, que vende torrados; Haukal, ven-dedor de habas cocidas; Hakraschat, verdulero; Hamid, basurero, y final-mente, Hakaresch, vendedor de leche cuajada.! j! n! _) _1 W
“Todos estos amigos a quienes he invitado no son, ni con mucho, de esos charlatanes, curiosos e indiscretos, sino gente muy festiva, a cuyo lado no puede haber tristeza. El que menos, vale más en mi opinión que el rey más poderoso. Pues sabe que cada uno de ellos tiene fama en toda la ciudad por un baile y una canción diferentes. Y por si te agradase algu-na, voy a bailar y cantar cada danza y cada canción.4 _8 Q9 R! t8 I2 a t) h
“Fíjate bien: he aquí la danza de mi amigo Zeitún el del hammam... ?Qué te ha parecido?' Y en cuanto a su canción, es ésta:, A$ M8 H7 Q/ p0 L {/ M) a. X. M
?Mi amiga es tan gentil, que el cor-dero más dulce no la iguala en dulzura! ?La quiero apasionadamente, y ella me ama, lo mismo! ?Y me quiere tanto, que apenas me alejo uta instante la veo acudir y echarse en mi cama!( h6 L5 M R% O$ o+ O
?Mi amiga es tan gentil, que el cor-dero más dulce no la iguala en dulzura!3 d/ `( w% y5 i% {: U
“Pero ?oh hijo de mi vida! -pro-siguió el barbero- he aquí ahora la danza de mi amigo el basurero Hamid. ?Observa cuán sugestiva es, cuánta es su alegría y cuanto es su ciencia!... Y escucha la canción:5 F$ ^0 V$ a' ^, @4 E
?Mi mujer es avara, y si la hiciese caso me moriría de hambre!
+ p! @: C8 h- x0 V4 @+ S8 S ?Mi mujer es fea, y si la hiciese caso estaría siempre encerrado en mi casa!) U7 @" F, ]% a$ J
?Mi mujer esconde el pan en la ala-cena! ?Pero si no como pan Y sigue siendo tan fea que haría correr a un negro de narices aplastadas, tendré que acabar por huir!4 V" T$ a1 Y' Q" ^
Después, el barbero, sin darme tiempo ni para hacer una se?a de protesta, imitó todas las danzas de sus amigos y entonó todas sus canciones. Y luego me dijo: “Eso es lo que saben hacer mis amigos. De modo que si quieres reírte de veras, he de aconsejarte, por interés tuyo y placer para todos, que vengas a mi casa, para estar en nuestra com-pa?ía, y dejes a esos amigos a quie-nes me has dicho que tenías inten-ción de ver. Porque observo aún en tu cara huellas de fatiga, y además de esto, como acabas de salir de una enfermedad, convendría que te pre-cavieses, pues es muy posible que haya entre esos amigos alguna perso-na indiscreta, de esas aficionadas a la palabrería, o cualquier charlatán sempiterno, curioso e importuno, que te haga recaer en tu enfermedad de modo más grave, que la primera vez.”6 V; c8 E3 P, ]+ {4 X
Entonces dije: “Hoy no me es posible aceptar tu invitación; otro día será:” Y él contestó: “Lo más ventajoso para ti es que apresures el momento de venir a mi casa, para que disfrutes de toda la urbanidad de mis amigos y te aproveches de sus admirables cualidades. Así, obra-rás según dice el poeta:
! G7 U- @; ]8 r0 U8 V. W- m: {/ U ?Amigo, no difieras nunca el apro-vecharte del goce que se te ofrece! ?No dejes nunca para otro día la voluptuo-sidad que pasa! ?Porque la voluptuosi-dad no pasa todos los días, ni el goce ofrece diariamente sus labios a tus labios! ?Sabe que la fortuna es mujer, y como la mujer, mudable!
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Entonces, con tanta arenga y tanta habladuría, hube de echarme a reír, pero con el corazón lleno de rabia. Y después dije al barbero: “Ahora te mando que acabes de afeitarme y me dejes ir por el cami-no de Alah, bajo su santa protección, y por tu parte, ve a buscar a tus amigos, que, a estas horas te estarán aguardando.” Y el barbero repuso: “Pero ?porqué te niegas? Realmente, no es que te pida una gran cosa. Fíjate bien que vengas a conocer a mis amigos, que son unos compa-?eros deliciosos y que nada tienen de indiscretos ni de importunos. Y aún podría decirte que, en cuanto los veas una vez nada más, no querrás tener trato con otros, y abandonarás para, siempre a tus actuales amigos.” Y yo dije: “?Aumente Alah la satis-facción que su amistad te causa! Algún día los convidaré a un ban-quete que daré para ellos.” |