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... e hizo proclamar el divorcio de su hija Badrú’l-Budur con el hi-jo del gran visir, dando a entender que no se había consumado nada. En cuanto al hijo del gran visir, el sultán, por consideración a su pa-dre, le nombró gobernador de una provincia lejana de China, le dio or-den de partir sin demora. Lo cual fue ejecutado." O) S# \ j+ m9 y U3 |2 A
Cuando Aladino, al mismo tiempo que los habitantes de la ciudad, se enteró, por la proclama de los pre-goneros públicos, del divorcio de Badrú’l-Budur sin haberse consuma-do el matrimonio y de la partida del burlado, se dilató hasta el límite de la dilatación, y se dijo: “?Bendita sea esta lámpara maravillosa, causa ini-cial de todas mis prosperidades! ?Preferible es que haya tenido lugar el divorcio sin una intervención más directa del genni de la lámpara, el cual, sin duda, habría acabado cocí ese cretino!” Y también se alegró de que hubiese tenido éxito su vengan-za sin que nadie, ni el rey, ni el gran visir, ni su misma madre sospecha-ra la parte que había tenido él en todo aquel asunto. Y sin preocuparse ya, como sino hubiese ocurrido na-da anómalo desde su petición de matrimonio, esperó con toda tran-quilidad a que transcurriesen los tres meses del plazo exigido, enviando a palacio, en la ma?ana que siguió al último día del plazo consabido, a su madre, vestida con sus trajes mejores, para que recordase al sultán su promesa.; l& ?: |" v, m& s. D T
Y he aquí que, en cuanto entró en el diván la madre de Aladino, el sultán, que estaba dedicado a des-pachar los asuntos del reino, como de costumbre, dirigió la vista hacia ella y la reconoció en seguida. Y no tuvo ella necesidad de hablar, por que el sultán recordó por sí mismo la promesa que le había dado y el plazo que había fijado. Y se encaró con su gran visir, y le dijo: “?Aquí está ?oh visir! la madre de Aladino! Ella fue quien nos trajo, hace tres meses, la maravillosa porcelana lle-na de pedrerías. ?Y me parece que, con motivo de expirar el plazo, vie-ne a pedirme el cumplimiento de la promesa que le hice concerniente a mi hija! ?Bendito sea Alah, que no ha permitido el matrimonio de tu hijo, para que así haga honor a la palabra dada cuando olvidé mis com-promisos por ti!” Y el visir, que en su fuero interno seguía estando muy despechado por todo lo ocurrido, contestó: “?Claro ?oh mi se?or! que jamás los reyes deben olvidar sus promesas! ?Pero el caso es que, cuan-do se casa a la hija, debe uno infor-marse acerca del esposo, y nuestro amo el rey no ha tomado informes de este Aladino y de su familia! ?Pero yo sé que es hijo de un pobre sas-tre muerto en la miseria, y de baja condición! ?De dónde puede venir-le la riqueza al hijo de un sastre?” El rey dijo: “La riqueza viene de Alah, ?oh visir!” El visir dijo: “Así es, ?oh rey! ?Pero no sabernos si ese Aladino es tan rico realmente co-mo su presente dio a entender! Pa-ra estar seguros no tendrá el rey más que pedir por la princesa una dote tan considerable que sólo pue-da pagarle un hijo de rey o de sul-tán. ?Y de tal suerte el rey casará a su hija sobre seguro, sin correr el riesgo de darle otra vez un esposo indigno de sus méritos!” Y dijo el rey: “De tu lengua brota elocuencia, ?oh visir! ?Di que se acerque esa mujer para que yo le hable!” Y el visir hizo una se?a al jefe de los guardias, que mandó avanzar hasta el pie del trono a la madre de Ala-dino.! P4 p6 E7 {- p/ i1 b& t
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Entonces la madre de Aladino se prosternó, y besó la tierra por tres veces entre las manos del rey, quien le dijo: “?Has de saber ?oh tía! que no he olvidado mi promesa! ?Pero hasta el presente no hablé aún de la dote exigida por mi hija, cuyos mé-ritos son muy grandes! Dirás, pues, a tu hijo, que se efectuará su ma-trimonio con mi hija El Sett Badrúl-Budur cuando me haya enviado lo que exijo como dote para mi hija, a saber: cuarenta fuentes de oro ma-cizo llenas hasta los bordes de las mismas especies de pedrerías en for-ma de frutas de todos colores y to-dos tama?os, como las que me envió en la fuente de porcelana; y estas fuentes las traerán a palacio cua-renta esclavas jóvenes, bellas como lunas, que serán conducidas por cuar renta esclavos negros, jóvenes y ro-bustos; e irán todos formados en cortejo, vestidos con mucha mag-nificencia, y vendrán a depositar en mis manos las cuarenta fuen-tes de pedrerías. ?Y eso es todo lo que pido, mi buena tía! ?Pues no quiero exigir más a tu hijo, en con-sideración al presente que me ha enviado ya!” |