Vio la casa y los campos, el ganado y el ajuar. Todo estaba en buenas condiciones; no había ningún motivo que aconsejase retrasar la boda.
. Y5 d2 D* Z7 V4 z, F Los grandes festejos duraron tres días, y se bailó al son de clarinetes y violines. Todos los habitantes de la parroquia fueron invitados, y también asistió la vieja Ulze, quien, terminada ya la fiesta, y después que los anfitriones se hubieron despedido de sus huéspedes y las trompetas hubieron cerrado la solemnidad, se marchó a su casa con los restos del banquete.+ ^0 g! _. T8 X1 k5 j
Había cerrado la puerta solamente con un palo. La encontró abierta a su regreso y en la casa estaba Rasmus. Acababa de llegar. ?Santo Dios! No era sino piel y huesos, estaba pálido y demacrado.
* f: j4 H7 Y! k4 }1 ~+ j -?Rasmus! -exclamó su madre-. ?Es posible que seas tú? ?Qué enfermo pareces! Pero me alegra el tenerte aquí de nuevo.
5 U, i* ?3 p4 n Y le sirvió una buena comida, con las viandas que traía de la boda: asado y un pedazo de torta.; L" i/ [, _$ Y3 O6 W! D
En el curso de los últimos tiempos, dijo el mozo, había pensado con gran frecuencia en su madre, en la casa y en el viejo sauce. Parecía extra?o las veces que en sue?os había visto el árbol y a Juana, descalza.
; W: \1 o d) W9 w6 _& G, D( E3 M, } No mencionó a Elsa. Estaba enfermo y tuvo que acostarse; pero nosotros no creemos que fuera por culpa de la olla ni que ésta hubiera ejercido influencia alguna sobre él. Sólo la vieja Stine y Elsa lo creyeron, pero nunca hablaron de ello.
( T9 |. {8 a' @& ~9 i- T9 h0 P Rasmus yacía enfermo de fiebre contagiosa; por eso nadie iba a la casa del sastre, excepto Juana, la hija del zuequero, la cual rompió a llorar al ver lo acabado que estaba el joven.( I( q6 l2 ]; `$ P3 b, O& w
El doctor le recetó algo de la farmacia, pero él se negó a tomar los medicamentos.+ w4 p" a2 b! r+ @8 h6 W$ t
-?Qué más da! -dijo.
D0 g: z# S9 k$ j% v# a -Tómalo y te curarás -le insistió su madre-. Confía en Dios y en ti mismo. Gustosa daría mi vida por verte otra vez con carnes en el cuerpo, cantando y silbando como antes.
8 D9 ~* `5 {& G r, N Rasmus salió de su enfermedad, pero su madre se contagió, y Dios la llamó a su seno en vez de a él.9 N4 d: x! Y) f# K% e' r6 Y
La casa quedó solitaria, solitaria y mísera.
# b5 G. H% S1 @ t3 W -?Está agotado - decían en la parroquia-. ?Pobre Rasmus!' B1 N# w5 e# B, c# f/ J; Q8 H) N' t
En el curso de sus viajes había llevado una vida desordenada. Aquello, y no la negra olla, fue lo que consumió su salud y puso la inquietud en su alma. El cabello se le aclaró y volvió gris; no hacía nada a derechas:; H, i! c$ M, H$ @* d* T2 ?
-?Qué más da! -decía. Iba más a la taberna que a la iglesia.
. V2 S9 Z( m6 J0 w2 P+ i: C3 O Un anochecer de oto?o se dirigía penosamente a su casa, bajo la lluvia y el viento, por el fangoso camino que conducía a la taberna. Hacía ya mucho tiempo que su madre reposaba en la sepultura. También se habían marchado las golondrinas, los estorninos y los fieles pájaros; pero Juana, la hija del zuequero, no se había ido. Fue a su encuentro y lo acompa?ó un trecho.
3 `7 I! D0 [( D -?Haz un esfuerzo, Rasmus!
8 S( H7 m: |: V# ^: r3 @9 O -?Qué más da! -respondió él.0 A' e; |( `- p8 s7 E
-?No debes decir eso! -le ri?ó Juana-. Acuérdate de las palabras de tu madre: ?Confía en Dios y en ti?. No lo haces, Rasmus, y tendrías que hacerlo. Nunca digas: ??Qué más da!?; así no harás nunca nada.
2 u- ~' [% n; U6 F No lo dejó hasta la puerta de su casa; pero él, en vez de entrar, se dirigió al viejo sauce, sentándose en el hito derribado.3 S; Y+ }- Q: P7 t3 g( |0 B
El viento silbaba entre las ramas del árbol; era como una canción, como un discurso. Rasmus respondió hablando en voz alta, pero nadie lo oyó, aparte el árbol y el viento.
/ i) n- O" ]( _, b- K* U# |. e -?Qué frío! Es hora de acostarme. ?Dormir, dormir! |