-?Es joven! -decía.9 |& \& m( [5 J
?El domingo nos veremos, y le diré que es la reina de todos mis pensamientos y que ha de ser mi esposa. Sólo soy un pobre oficial zapatero, pero puedo llegar a maestro; trabajaré y me esforzaré (sí, se lo voy a decir). A nada conduce el amor mudo, lo sé por aquellos alajús?.
4 t; Y5 E H8 y; l3 B Y llegó el domingo, y Knud se fue a casa de Juana. Pero, ?qué pena! Estaban invitados a otra casa, y tuvieron que decirlo al mozo. Juana le estrechó la mano y le preguntó:
. ~5 x# F7 d4 f) d" y -?Has estado en el teatro? Pues tienes que ir. Yo canto el miércoles, y, si tienes tiempo, te enviaré una entrada. Mi padre sabe la dirección de tu amo.2 i+ b/ p' U$ C9 `. R
?Qué atención más cari?osa de su parte! Y el miércoles llegó, efectivamente, un sobre cerrado que contenía la entrada, pero sin ninguna palabra, y aquella noche Knud fue por primera vez en su vida al teatro. ?Qué vio? Pues sí, vio a Juana, tan hermosa y encantadora; cierto que estaba casada con un desconocido, pero aquello era comedia, una cosa imaginaria, bien lo sabía Knud; de otro modo, ella no habría osado enviarle la entrada para que lo viera. Al terminar, todo el público aplaudió y gritó ??hurra!?, y Knud también.* c3 {5 o: @6 {$ [: z1 s
Hasta el Rey sonrió a Juana, como si hubiese sentido mucho placer en verla actuar. ?Dios mío, qué peque?o se sentía Knud! Pero la quería con toda su alma, y ella lo quería también; pero es el hombre quien debe pronunciar la primera palabra, así lo pensaba también la figura del cuento. ?Tenía mucha enjundia aquella historia!* Z- H% {' Z5 G. k! t, v
No bien llegó el domingo, Knud se encaminó nuevamente a casa de Juana. Su estado de espíritu era serio y solemne, como si fuera a recibir la Comunión. La joven estaba sola y lo recibió; la ocasión no podía ser más propicia.5 S( f8 ]! A, }1 r
-Has hecho muy bien en venir -le dijo-. Estuve a punto de enviarte un recado por mi padre, pero presentí que volverías esta noche. Debo decirte que el viernes me marcho a Francia; tengo que hacerlo, si quiero llegar a ser algo.8 g( [0 ] E: m
Knud sintió como si el cuarto diera vueltas a su alrededor, y le pareció que su corazón iba a estallar. No asomó ni una lágrima a sus ojos, pero su desolación no era menos visible.
5 X7 Q q- o7 ] f- P1 n3 ~' p. } -Mi bueno y fiel amigo... -dijo ella, y sus palabras desataron la lengua del muchacho. Le dijo cómo la quería y cómo deseaba que fuese su esposa. Y al pronunciar estas palabras, vio que Juana palidecía y, soltándole la mano, le dijo con acento grave y afligid& ^; Q+ \& C4 \3 \# A" N
-?No quieras que los dos seamos desgraciados, Knud! Yo seré siempre una buena hermana para ti, siempre podrás contar conmigo, pero nada más -y le pasó la mano suave por la ardorosa frente-. Dios nos da la fuerza necesaria, con tal que nosotros lo queramos.& |) f- b: J! F& o, m! G c1 ~
En aquel momento la madrastra entró en el aposento.
3 b4 E/ K: I; V, d -Knud está desolado porque me marcho -dijo Juana ?Vamos, sé un hombre!- y le dio un golpe en el hombro; era como si no hubiesen hablado más que del viaje.$ i, i& m4 q. V, ^* o; {
-?Chiquillo! -a?adió-. Vas a ser bueno y razonable, como cuando de ni?os jugábamos debajo del sauce.
/ k/ S( x1 E5 M V5 ~/ E0 ]* y4 T Le pareció a Knud que el mundo se había salido de quicio; sus ideas eran como una hebra suelta flotando a merced del viento. Se quedó sin saber si lo habían invitado o no, pero todos se mostraron afables y bondadosos; Juana le sirvió té y cantó. No era ya aquella voz de antes, y, no obstante, sonaba tan maravillosamente, que el corazón del muchacho estaba a punto de estallar. Y así se despidieron. Knud no le alargó la mano, pero ella se la cogió, diciend0 `3 R& i2 w& Y7 d+ C
-?Estrecha la mano de tu hermana para despedirte, mi viejo hermano de juego! -y se sonreía entre las lágrimas que le rodaban por las mejillas; y volvió a llamarlo hermano. ?Valiente consuelo! Tal fue la despedida.; l( s& q# A7 C, u" G
Se fue ella a Francia, y Knud siguió vagando por las sucias calles de Copenhague. Los compa?eros del taller le preguntaron por qué estaba siempre tan caviloso, y lo invitaron a ir con ellos a divertirse; por algo era joven. |