PERO CUANDO LLEGó LA 20a. NOCHE
( x0 N6 U, L! @# f Ella dijo:& j: q, U! ^8 P V. r
He llegado a saber, ?oh rey afor-tunado! que entonces el visir se levantó, acogiendo con júbilo al her-moso Nureddin y diciéndole: “Entra, ?oh hijo mío! en la cámara de tu esposa, y sé dichoso. Ma?ana te lle-varé a ver al sultán. Y ahora sólo me resta implorar de A?ah que te conceda todos sus favores y todos sus bienes.”3 N2 F# K' {. `9 e( E
Entonces Nureddin besó otra vez la mano del visir su suegro, y entró en el aposento de la doncella. ?Y sucedió lo que había de suceder!
, s5 M1 x1 Y2 Z Y esto fue lo referente a Nureddin. En cuanto a Chamseddin su her-mano... he aquí lo que ocurrió. Terminada la expedición que hizo con el sultán de Egipto, hacia el lado de las Pirámides, regresó inme-diatamente a su casa. Y se inquietó mucho al no encontrar a su hermano Nureddin. Y preguntó por él a sus esclavos; que le respondieron: “Nues-tro amo Nureddin; el mismo día que te fuiste con el sultán, montó en una mula enjaezada con gran lujo, como en los días solemnes, y nos dijo: “Me voy hacia la parte de Kaliubia, estaré, fuera unos días, pues noto opresión en el pecho y necesito aire libre; pero que no me siga nadie.” Y desde entonces no hemos vuelto a tener noticias suyas.”3 g9 q5 t- n- J, n. V, d
Entonces Chamseddin deploró mu-cho la ausencia de su hermano, y fue aumentando su dolor de día en día, hasta que acabó por convertirse en una aflicción inmensa., Y pensaba: “Seguramente, el motivo de que se haya marchado no es otro que aquellas palabras tan duras que le dije la víspera de mi viaje con el sultán. Y esto y no otra cosa le ha obligado a huir. Pero es preciso que repare la falta cometida contra él y disponga que lo busquen.”: V/ b. ^7 ]/ q" d
Y Chamseddin fue inmediatamente a ver al sultán; y le refirió lo que ocurría. Y el sultán mandó escribir mensajes autorizados con su sello v los envió con emisarios de a caba-llo en todas direcciones a todos sus lugartenientes en todas las comarcas, Y les decía en estos pliegos que Nureddin había desaparecido y que precisaba buscarle fuese donde fuese.# L B9 b/ h% I) l: q5 _& M
Pero transcurrido algún tiempo, todos los correos regresaron sin nin-guna noticia, porque ni uno solo había ido a Bassra, donde, estaba Nureddin: Entonces Chamseddin, lamentándose hasta el límite de las lamentaciones, exclamó: “?Mía es toda la culpa! ?Todo esto me ocurre por mi poco tacto y mi falta de discreción!”3 C& Y/ l) `" x# o! P
Pero como todo tiene su término, Chamseddin acabó por consolarse, Y un día pidió en matrimonio a la hija de un gran comerciante del Cairo, hizo su contrato con ella y con ella se casó. ?Y sucedió lo que había de suceder!; X9 G" C- h- y" }( q
Y se dio la coincidencia de que la misma noche que penetró Cham-seddin en la cámara nupcial, fue justamente la misma en que Nured-din penetró en el aposento de la hija del visir de Bassra. Y permitió Alah esta coincidencia del matrimonio de los dos hermanos en la misma noche, para demostrar que manda en el destino de las criaturas.+ s% L8 g8 u% v
Y todo se verificó además según lo habían combinado los dos herma-nos antes de su querella, pues las dos esposas quedaron pre?adas la misma noche: parieran él mismo día y a la misma hora, y la de Chamseddin, visir de Egipto, parió una ni?a cuya hermosura no tuvo igual en todo el país, y la de Nureddin, de Bassra, dio a luz un ni?o tan hermoso que no había otro como él en todo el mundo. Ya lo dijo el poeta:
: T2 m. k% l) `% f ?El ni?o!... ?Cuán delicado es!... ?Y qué gentil! ?Y qué gracioso!..,. ?Beber su boca! ?Beber esta boca hace olvidar las cosas llenas y los vasos desbordantes!
, Y& U1 G5 N4 q& K2 Z+ s q ?Beber en sus labios, apagar la sed en la frescura de sus mejillas y mirarse en el manantial de sus ojos, es olvi-dar la púrpura de los vinos, sus aromas, su sabor y toda su embriaguez!
, o5 H; |% M0 h3 J0 a+ d9 J ?Si viniese la misma Belleza a com-pararse con este ni?o, bajaría humilla-da la cabeza!6 D6 a# G% H: H t
Y si le preguntaseis: “?Oh Belleza! ?Qué te parece? ?Viste jamás nada semejante?” Ella contestaría: “?Como él, verdaderamente, ninguno!” |