</p> Y Ghanem, que seguía de pie, avanzó algunos pasos y dijo: “?Oh soberana de la hermosura, cuyo nom-bre debe ser más dulce que el jugo del dátil, y cuya cintura es más flexible que la rama de la palmera! ?Yo soy Ghanem ben-Ayub, y aquí no hay en realidad palacios ni tumbas, sino un esclavo tuyo, que soy yo, y a quien el Clemente sin límites puso cerca de ti para librarte de todo mal y resguardarte de todo dolor! Acaso así, ?oh la más desea-da! te dignes mirarme con agrado.”
' q$ z4 H, {8 V/ q5 ?" \ Y la joven, en cuanto se cercioró de la realidad de cuanto veía, dijo: “?No hay más Dios que Alah, y Mahomed es el enviado de Alah!” Después se volvió hacia Ghanem, le miró con sus ojos resplandecien-tes, y puesta la mano en el corazón dijo con su voz deliciosa: “?Oh favo-rable joven! ?Aquí me tienes, des-pertando entre lo desconocido! ?Pue-des decirme quién me ha traído hasta aquí?” Y Ghanem respondió:, “`?Oh se?ora mía! Te han traído tres negros eunucos y te traían metida en un cajón.” Y le contó toda la historia: cómo le había sorprendido la noche fuera de la ciudad, cómo había sa-cado a la joven del cajón, y cómo, a no ser por él, habría perecido ahogada bajo la tierra. Después le rogó que le contase su historia y el motivo de su aventura. Pero ella dijo: “?Oh joven! ?Glorificado sea Alah, que me ha puesto en manos de un hombre como tú! Pero, ahora te ruego que me ocultes en el cajón y vayas en busca de alguien que pueda llevarlo a tu casa. Allí verás cuán provechoso es para ti, pues tendrás toda clase de delicias. Y te podré contar mi historia, y ponerte al corriente de mis aventuras.”2 x3 x% q; c0 r: j$ v$ U
Y Ghanem quedó encantado al oírla, y salió inmediatamente en bus-ca de un arriero, y como ya era entrado el día y brillaba el sol en todo su esplendor, la cosa no fue difícil. Volvió, pues, en seguida con un arriero, y como había cui-dado de meter a la joven en el cajón, le ayudó a cargarlo en el mu-lo, y emprendieron a toda prisa el camino de su casa. Y durante el viaje comprendió Ghanem que el amor a la joven había penetrado en su corazón, y se vio en el límite de la dicha al pensar que pronto sería suya aquella hermosura que vendida en el zoco habría valido diez mil dinares de oro, y que llevaba encima incalculables riquezas en joyas, pe-drería y telas preciosas. Y estos pen-samientos tan gratos hacían que sin-tiera impaciencia par llegar cuanto antes. Y al fin llego y él mismo ayudó al arriero a descargar el cajón y llevarlo al interior de la casa.5 Y& H& ~* w, h
En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la ma?ana, y discretamente interrumpió su relato.
6 C* a; ?, f( W PERO CUANDO LLEGó LA 40a NOCHE
! i6 c4 V- U; w Ella dijo:
* k3 I" J4 b. h( k$ ?$ h, o9 N He llegado a saber, ?oh rey afor-tunado! que Ghanem llegó sin con-tratiempo a su casa, abrió el cajón y ayudó a salir a la joven. ésta examinó la casa, y vio que era muy hermosa, con alfombras de vivos y alegres matices, y tapices de mil colores que alegraban la vista, y muebles preciosos y otras muchas cosas. Y vio también muchos fardos de mercancías y pa?os de gran valor, y pilas de sedería y brocados, y jarrones llenos, de vejigas de almiz-cle. Entonces comprendió que Ghanem era un mercader de los princi-pales, due?o de numerosas riquezas. Quitóse el velillo con que había cuidado de taparse el rostro, y miró atentamente al joven Ghanem. Y le pareció muy hermoso, y le amó, y le dijo: “?Oh Ghanem! Ya ves que delante de ti yo me descubro. Pero tengo mucho apetito, y te ruego que me traigas algo que comer.” Y Ghanem contestó: “?Sobre mi cabe-za y mis ojos!”
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Y corrió al zoco, compró un cor-dero asado, una bandeja de pasteles en casa del confitero Hadj Soleimán, el más ilustre de los confiteros de Bagdad, otra bandeja de halaua y almendras, alfónsigos y frutas de to-das clases, y cántaros de vino a?ejo, y por último, flores de todas clases. Lo llevó a su casa, puso la fruta en grandes copas de porcelana y las flores en preciosos jarrones, y todo lo colocó delante de la joven. En-tonces ésta le sonrió, y se arrimó mucho a él, y le echó los brazos al cuello, le besó y le hizo mil caricias, y le dijo frases llenas de cari?o. Y Ghanem sintió que el amor penetra-ba cada vez mas en su cuerpo y en su corazón. Después ambos se dedi-caron a comer y beber, y se amaron, por ser los dos de la misma edad y de igual belleza. Cuando llegó la noche, se levantó Ghanem y encen-dió lámparas y candelabros, pero más que la luz de las bujías ilumi-naba la sala el esplendor de sus rostros. Luego trajo instrumentos músicos, y fue a sentarse al lado de la joven, y siguió bebiendo y jugando con ella juegos muy agradables, rien-do muy dichoso y cantando cancio-nes apasionadas y versos inspirados. Y así fue aumentando la pasión que se tenían. ?Bendito y glorificado sea Aquel que une los corazones y junta a los enamorados! |