Al ver la hermosura de Fetnah y la nobleza que se adornaba en su madre, y ambas cubiertas de hara-pos, Kuat Al-Kulub se puso a llorar, y dijo: “?Por Alah! Son mujeres de noble cuna. Vea en su rostro que han nacido entre honores y rique-zas.” Y el jeique exclamó: “?Verdad dices, oh mi se?ora! La desgracia debe de haber caído sobre su casa. Les habrá perseguido la tiranía, arre-batándoles sus bienes. Ayudémoslas, para merecer las gracias de Alah el Misericordioso.” Y la madre y la hija prorrumpieron en llanto; y se acordaron de Ghanem ben-Ayub. Y al verlas llorar, Kuat Al-Kulub lloró con ellas. Y entonces la madre de Ghanem dijo: “?Oh mi se?ora, llena de generosidad! ?Plegue a Alah que podamos encontrar a quien buscamos con el corazón dolorido! ?El que buscamos es el hijo de nues-tras entra?as, la llama de nuestro corazón, a nuestro hijo Ghanem ben--Ayub El-Motim El-Masslub!”
6 ]8 ~8 G5 g8 L, d Al oír este nombre, lanzó un gran grito Kuat Al-Kulub, pues acababa de comprender que tenía delante a la madre y a la hermana de Ghanem. Y cayó sin sentido. Cuando volvió en sí, se echó llorando en sus brazos, y les dijo: “?Tened esperan-za en Alah y en mí, ?oh mis herma-nas! pues este día será el primero de vuestra dicha y el último de vues-tras desventuras! ?Salid de vuestra aflicción!”
. f& |' R& f8 N En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la ma?ana, y cayó discretamente.6 i& o1 N* G5 M! O
PERO CUANDO LLEGó LA 43a NOCHE
1 ]# t6 l8 K+ m* z Ella dijo:# R" B8 r6 z# y
He llegado a saber, ?oh rey afor-tunado! que después que Kuat Al--Kulub dijo a la madre y a la her-mana de Ghanem: “Salid de vuestra aflicción”, se dirigió al jeique, le dio mil dinares de oro, y le dijo: “?Oh jeique! Ahora irás con ellas a tu casa, y dirás a tu esposa que las lleve al hammam, y les dé hermosos tra-jes, y las trate con toda conside-ración, sin escatimar nada para su bienestar.”
, ?- T" b& j$ q2 y Al día siguiente, Kuat Al-Kuíub fue a casa del jeique a cerciorarse por sí misma de que todo se había ejecutado según sus instrucciones. Y apenas había entrado, salió a su encuentro la esposa del jeique, y le besó las manos y le dio las gracias por su generosidad. Después llamó a la madre y a la hermana de Gha-nem, que habían ido al hammam y habían salido de él completamente transformadas, con los rostros ra-diantes de hermosura y nobleza. Y Kuat Al-Kuíub estuvo hablando con ellas durante una hora, y después pi-dió a la mujer del jeique noticias del enfermo. Y la esposa del jeique res-pondió: “Sigue en el mismo estado.” Entonces dijo Kuat Al-Kulub: “Va-mos todas a verle y a tratar de animarle.” Y acompa?ada de las dos mujeres, que aún no lo habían visto, entró en la sala donde estaba el enfermo. Y todas le miraron con ternura y lástima, y se sentaron en torno de él. Pero durante la conver-sación se pronunció el nombre de Kuat Al-Kulub. Y apenas lo oyó el joven, se le coloreó el rostro y le pareció que recobraba, el alma. Le-vantó la cabeza, con los ojos llenos de vida, y exclamó: “?Dónde estás, ?oh Kuat Al-Kulub!?”
' g# Y( f0 M" `0 Z Y cuando Kuat oyó que la llama-ba por su nombre, conoció la voz de Ghanem, e inclinándose hacia él, le dijo: “?Eres tú querido mío?” Y el contestó: “?Sí! ?Soy Ghanem!” Y al oírlo la joven cayó desmaya-da. Y la madre y la hermana de Ghanem dieran un grito y cayeron desmayadas también. Al cabo de un rato acabaron por volver en sí, y se arrojaron en brazos de Ghanem. Y sólo se oyeron besos, llantos y ex-clamaciones de alegría.
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6 J/ V3 w1 a3 U; \. ^# C$ m. P Y Kuat Al-Kuub dijo: “?Gloria a Alah por haber permitido que nos reunamos todos!” Y les contó cuanto le había pasado, y a?adió: “El califa, además de protegerte, te regala mi persona.” Estas palabras llevaron al límite de la felicidad a Ghanem, que no cesaba de besar las manos de Kuat Al-Kulub, mientras ella le besa-ba los ojos. Y Kuat les dijo: “Aguar-dadme.” Y marchó a palacio, abrió el cajón donde tenía sus cosas, sacó de él muchos dinares, y se fue al zoco para entregárselos al jeique, encargándole que comprase cuatro trajes completos para cada uno, y veinte pa?uelos, y diez cinturones. Y volvió a la casa, y los llevó a todos al hammam. Y les preparó pollos, carne asada y buen vino. Y durante tres días les dio de comer y beber en su presencia. Y notaron que recuperaban la vida y les volvía el alma al cuerpo. Los llevó otra vez al hammam, les hizo mudarse de ropa, y los dejó en casa del jeique. Entonces se presentó al califa, se inclinó hasta el suelo, y le enteró del regreso de Ghanem, así como el de su madre y su hermana. Y el califa llamó á Giafar, y le dijo: “?Ve en busca de Ghanem ben-Ayub!” Y Giafar marchó a casa del jeique; pero ya le había precedido Kuat Al--Kulub; que dijo a Ghanem: “?Oh querido mío! Va a llegar Giafar para llevarte a presencia del califa. Ahora hay que demostrar la elocuen-cia de tu lenguaje, la firmeza de tu corazón y la pureza de tus palabras.” Después le vistió con el mejor de las trajes que habían comprado en el zoco, le dia muchas dinares, y le dijo: “No dejes de tirar pu?ados de oro al llegar a palacio, cuando pases por entre las filas de los eunucos y servidores.” |