-?Qué más da! -replicaba el hombre-. A?o Nuevo, nuevas preocupaciones para salir del paso.
9 g: R2 C1 @* w -Tenemos la despensa llena -observaba ella-. Y podemos dar gracias a la se?ora. Yo estoy sana y no me faltan energías. Sería un pecado quejamos., `, T0 C- i3 t R. H/ r. l9 Y9 l) K
Las Navidades las pasaban los propietarios en su finca, pero a la semana después de A?o Nuevo volvían a la ciudad, donde residían durante el invierno, contentos y satisfechos, asistiendo a bailes y fiestas, invitados incluso a palacio.% M+ F5 J# k3 K3 Y
La se?ora había recibido de Francia dos preciosos vestidos. Nunca la sastresa Maren había visto una tela, un corte y una costura como aquéllos. Pidió permiso a la propietaria para ir con su marido a ver los vestidos, pues para un sastre de pueblo era una cosa jamás vista./ M: o; ^& `0 ~" w' k2 I" J
El hombre los examinó sin decir palabra, y, ya de vuelta en su casa, no hizo más comentario que su habitual:' w4 ?: ^0 p0 v! i+ S# S3 ]; \: n5 W
-?Qué más da!
. w7 @7 G3 L0 y! r4 Y3 f" f Y por una vez, sus palabras eran sensatas.: F+ q2 w+ V; W2 y* @. t
Los se?ores regresaron a la ciudad, donde se reanudaron los bailes y las fiestas; pero en medio de todas aquellos diversiones murió el anciano se?or, y su esposa no pudo ya lucir sus magníficos vestidos. Quedó muy apesadumbrada y se puso de riguroso luto de pies a cabeza; no toleró ni una cinta blanca. Todos los criados iban de negro, e incluso el coche de gala fue recubierto de pa?o de este color.3 L/ |$ A1 p9 p+ i/ P$ P4 a
Una noche gélida, en que brillaba la nieve y centelleaban las estrellas, llegó de la ciudad la carroza fúnebre conduciendo el cadáver, que debía recibir sepultura en el panteón familiar del cementerio del pueblo.
" l5 w g# S5 j8 V3 [9 r El administrador y el alcalde esperaban a caballo, sosteniendo antorchas encendidas, ante la puerta del camposanto. La iglesia estaba iluminada, y el sacerdote recibió el cadáver en la entrada del templo. Llevaron el féretro al coro, acompa?ado de toda la población. Habló el párroco y se cantó un coral. La se?ora se hallaba también presente en la iglesia; había hecho el viaje en el coche de gala cubierto de crespones; en la parroquia nunca habían presenciado un espectáculo semejante.
- T! c- [* }4 [" r, g1 d- N+ F+ l Durante todo el invierno se estuvo hablando en el pueblo de aquella solemnidad fúnebre: el ?entierro del se?or?.
+ M y2 p% O: {9 z9 y -En él se vio lo importante que era -comentaba la gente del pueblo-. Nació en elevada cuna, y fue enterrado con grandes honores.
7 z0 q( X+ G" X7 a -?Qué más da! -dijo el sastre-. Ahora no tiene ni vida ni bienes. A nosotros al menos nos queda una de las dos cosas.0 n$ k8 s8 Y4 j/ O. s: [, y2 k3 _: U
-?No hables así! -le ri?ó Maren-. Ahora goza de vida eterna en el cielo.: k/ i1 _8 D- ~ i. ?4 H
-?Cómo lo sabes, Maren? -preguntó el sastre-. Un muerto es buen abono. Pero ése era demasiado noble para servir de algo en la tierra; tiene que reposar en la cripta.' v" ^6 N' g) n, h: G5 y
-?No digas impiedades! -protestó Maren-. Te repito que goza de vida eterna.
( `) b7 Y2 c9 N' j! f -?Quién te lo ha dicho, Maren? -repitió el sastre.
% w$ y1 P: Z# @8 ]7 }; y+ M6 h: m( \4 | Maren echó su delantal sobre el peque?o Rasmus; no quería que oyese aquellos desatinos. Se lo llevó llorando, a la choza, y le dij
/ U. a) O* m3 v( Y8 p" P -Lo que oíste, hijo mío, no fue tu padre quien lo dijo, sino el demonio, que estaría en la habitación e imitó su voz. Reza el Padrenuestro. Lo rezaremos los dos.
) \8 c7 P7 k7 y9 Q+ t8 z2 E Y juntó las manos del ni?o. |