?A tu puerta espera de pie un escla-vo de tus ojos, acaso el más humilde de tus esclavos!" }. Z B7 l0 ~
?Pero, conoce a su due?a! ?él sabe cuánta s su generosidad y sus bene-ficios! ?Y sobre todo, sabe cómo se lo ha de agradecer!
( M& ]2 Y. @ U. T Entonces ella le dijo ofreciéndole la copa: “Bebe, ?oh amigo mío! que la bebida, te aproveche y la digieras bien. Que ella te de fuerzas para el camino de la verdadera salud.”
+ g5 ?8 s- S' J/ { Y el mandadero cogió la copa, besó la mano a la joven, y una voz dulce y modulada cantó queda-mente estos versos:6 u% w5 z L9 \
?Yo ofrezco: a mi amiga un vino resplandeciente como sus mejillas, mejillas tan luminosas, que sólo la claridad de una llama podría compa-rarse con su espléndida vida!
0 N% G$ A! C/ m- ~ Ella se digna aceptarlo, pero me dice muy risue?a:
) h. Y) {1 ?0 ]2 [ “?Cómo quieres que beba mis pro-pias mejillas?”
+ G7 c; B( J- G7 }: [ Y yo le digo: “?Bebe, oh llama de mi corazón! ?Este licor son mis lágri-mas, su color rojo mi sangre, y su mezcla en la copa es toda mi alma!* B3 u. V, y. z& E. f
Entonces la joven cogió la copa de manos del mandadero, se la llevó a los labios y después fue a sentarse junto a sus hermanas. Y todas em-pezaron a cantar, a danzar y a jugar con las flores exquisitas. Después siguieron bebiendo en la misma copa hasta que comenzó a anochecer. Las jóvenes dijeron entonces al manda-dero: “Ahora vuelve la cara y vete, y así veremos la anchura de tus hombros.” Pero el mozo exclamo: “?Por Alah, se?oras mías! ?Más fácil sería a mi alma salir del cuer-po, que a mí dejar esta casa! ?Junte-mos esta noche con el día, y ma?ana podrá cada uno ir en busca de su destino por el camino de Alah!” Entonces intervino nuevamente la joven proveedora: “Hermanas, por vuestra vida, invitémosle a pasar la noche con nosotras y nos reiremos mucho con él, porque es muy gracio-so.” Y dijeron entonces al mandade-ro: “Puedes pasar aquí la noche, con la condición de estar bajo nuestro dominio y no pedir ninguna explica-ción sobre lo que veas ni sobre cuan-to ocurra.” Y él respondió: “Así sea, ?oh se?oras mías!” Y ellas a?adie-ron: “Levántate y lee lo que está es-crito encima de la puerta.” Y él se levantó, y encima de la puerta vio las siguientes palabras, escritas con letras de oro:* q% |# Q5 s/ E6 U8 l- Y2 N
No hables nunca de lo que no te importe, si no, oirás cosas que no te gusten.
/ S0 x$ Q1 C: ~' j8 r+ A7 F# ~1 p6 C/ a Y, el mandadero dijo: “?Oh se?o-ras mías os pongo por testigo de que no he de hablar de lo que no me importe”
7 T. m! a1 P3 j/ O! [5 G: W1 ] En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la ma?a-na, y se calló discretamente., P; x2 G1 s/ `
PERO CUANDO LLEGó LA 10a NOCHE5 W( G$ ]/ M' p2 \
Doniazada dijo: “?Oh hermana mía! acaba la relación.” Y Schalhra-zada contestó: “Con mucho agrado, y como un deber de generosidad.” Y prosiguió:8 ~% b! u% w7 N. v" q9 E" v
He llegado a saber, ?oh rey pode-roso! que cuando el mandadero hizo su promesa a las jóvenes, se levantó la proveedora, colocó los manjares delante de los comensales, y todos comieron muy regaladamente. Des-pués de esto, encendieron las velas, quemaron maderas olorosas e incien-so, y volvieron a beber y comer todas las golosinas compradas en el zoco, sobre todo el mandadero, que al mismo tiempo decía versos, cerrando los ojos mientras recitaba y moviendo la cabeza. Y de pronto se oyeron fuertes golpes en la puer-ta, lo que no les perturbó en sus placeres, pero al fin la menor de las jóvenes se levantó, fue a la puerta, y luego volvió y dijo: “Bien llena va a estar nuestra mesa esta noche, pues acabo de encontrar junto a la puerta a tres ahjam con las barbas afeitadas y tuertos del ojo izquierdo. Es una coincidencia asombrosa. He visto inmediatamente que eran ex-tranjeros, y deben venir del país de los Rum. Cada uno es diferente, pero los tres son tan ridículos de fisonomía, que hacen reír. Si los hiciésemos entrar nos divertiríamos con ellos.” Y sus hermanas acepta-ron, “Diles que pueden entrar; pero entérales de que no deben hablar de lo que no les importe, si no quieren oír cosas desagradables.” Y la joven corrió a la puerta, muy alegre, y volvió trayendo a los tres tuertos. Llevaban las mejillas afei-tadas, con unos bigotes retorcidos y tiesos, y todo indicaba que perte-necían a la cofradía de mendicantes llamados saalik. |